MESES antes de dejar el poder, anticipadamente, Guillermo Lasso viajó a Washington. Era finales de septiembre de 2023 y sabía que su país necesitaba con urgencia un plan militar financiado por Estados Unidos, con el objetivo de enfrentar el crimen organizado. Para ese entonces, la foto del candidato presidencial Fernando Villavicencio, baleado con una ráfaga que acabó con su vida, ya había sido portada en todos los medios del mundo.
A su vuelta en Quito, Lasso anunció dos acuerdos, aprobados por el Departamento de Seguridad Nacional, la Guardia Costera y el Departamento de Estado. El primero de ellos se trató de un estatuto sobre las fuerzas armadas, que vino acompañado de la aplicación de la Ley Marítima, con la que, según el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, se “reforzarán las actividades cooperativas de aplicación de la ley y se creará capacidad mutua para prevenir y combatir la actividad marítima transnacional ilícita”. Igualmente, se aprobaron ayudas por USD 1 millón.
Lasso, podría decirse, preparaba el terreno para un 2024 que iba a ser, según información de inteligencia, uno de los años más violentos en la historia reciente del Ecuador. No se equivocó, por lo visto. En su segundo mes como presidente, Daniel Noboa ha tenido que enfrentar una crisis de seguridad con la toma de una canal de televisión en Guayaquil y las represalias del crimen organizado. En respuesta ha decretado un conflicto armado interno, una figura del Derecho Internacional Humanitario (DIH) nunca antes aplicada en este país.
El decreto del conflicto armado interno dice que las Fuerzas Armadas del Ecuador tienen a 22 organizaciones dedicadas al narcotráfico como objetivo militar. Algunos de estos grupos, como “Los Lobos” o “Los Choneros”, operan en casi todos los 12 estados ecuatorianos, según el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, un centro de monitoreo criminal con sede en Quito.
Noboa ha reconocido que las fuerzas de seguridad ecuatorianas no cuentan “con todas las capacidades” para hacer frente a este panorama criminal, por lo que “aceptaría con gusto la cooperación de Estados Unidos. Necesitamos equipamiento, necesitamos armas, necesitamos inteligencia y creo que este es un problema global. No es sólo en Ecuador, este es un problema que va más allá de las fronteras”, dijo en el programa de Christiane Amanpour, en CNN en inglés.
El presidente apunta a renegociar los pagos de la deuda ecuatoriana con la banca multilateral, así como continúa los esfuerzos de Lasso encaminados a financiar la guerra contra el crimen organizado con ayuda que provenga tanto de Washington como de Bruselas (sede de la Unión Europea).
ESAR, hoja de ruta
¿Noboa busca lanzar un “Plan Ecuador”? Esta pregunta, hace unos meses, se había planteado en estas páginas después del viaje de Lasso a Estados Unidos. A pesar de la disposición de Washington de ayudar a Ecuador con contingente militar, en su momento se dijo que el monto destinado para esta ayuda no era suficiente para decir que el país entraba en una nueva fase de militarización financiada por los norteamericanos, como la que tuvo Colombia en su momento.
Los hechos de esta semana demuestran lo contrario. En viaje oficial a Quito, el asesor especial para las Américas, Christopher Dodd, y la comandante del Mando Sur de Estados Unidos, la general Laura Richardson, anunciaron una serie de medidas que conducen a un nuevo marco en la cooperación entre Ecuador y Estados Unidos.
“Tenemos varias cosas que hemos hecho muy recientemente con Ecuador. Por ejemplo, la Hoja de Ruta de Asistencia de Seguridad, llamada ESAR, con Ecuador. Y solo hay otro país en la región con el que tenemos firmada esta hoja de ruta. Eso implica un plan de cinco años, establece la hoja de ruta para la cooperación en materia de seguridad que haremos. Hemos creado un grupo de trabajo de defensa bilateral y así hacemos intercambios entre el Pentágono y Ecuador”, dijo Richardson al medio ecuatoriano Primicias.
En referencia a la financiación de la guerra contra el crimen organizado, la general también contó: “Ya tenemos una cartera de inversión muy sólida con Ecuador. Obviamente, es a lo largo del tiempo. Entonces, nuestra cartera vale USD 93,4 millones e incluye no solo transferencia de equipos militares, sino también asistencia humanitaria y respuesta a desastres, educación militar profesional”.
Una vez anunciado el ESAR, Richardson finalmente indicó que se ha hecho efectivo el Acuerdo Marítimo –firmado por Lasso– mediante el cual “el personal militar estadounidense (puede) operar en un país extranjero”. Su objetivo es llevar a cabo operaciones conjuntas para contrarrestar actividades marítimas transnacionales ilícitas, como el tráfico de drogas, migrantes, armas de destrucción masiva y la pesca ilegal.
Estos anuncios dan cuenta de que Noboa ha logrado posicionar en los organismos norteamericanos la agenda de seguridad de Ecuador, a pesar del rol activo de Washington en las guerras que enfrentan Ucrania e Israel, dos de sus aliados, con financiación, envío de armas y equipos, y asesoría militar, entre otros.
Enfocado en la lucha contra el crimen organizado, Washington también consolida un nuevo aliado en la “guerra contra las drogas”, un enfoque que, a pesar de que algunos países en la región pidan la legalización como alternativa, prima entre los dirigentes de Estados Unidos, que hasta el momento no han dado ningún indicio que muestre un cambio en su posición prohibicionista, salvo pequeñas excepciones. Esta visión prevalece sobre todo en el Partido Republicano y su muy seguro candidato, Donald Trump, a quien todas las encuestas dan como favorito para volver al poder en enero de 2025.
En menos de un mes, Noboa ha posicionado a Ecuador como el epicentro de la lucha contra las drogas, con la declaratoria de un conflicto armado interno, apoyada por las Cortes y el Congreso, y la financiación de Estados Unidos para combatir el crimen organizado.
El respaldo que ha logrado viene de la mano con un relativo éxito. Ya algunos lo comparan con Nayib Bukele. Sin embargo, Noboa ha dicho que cree “en el estilo ecuatoriano y en la forma en que Noboa hace las cosas”. “Respetamos los diferentes poderes del Estado”, en un guiño al presidente salvadoreño, reconocido por su desapego al Estado de derecho.
Sea comparado con quien sea, el Ecuador de Noboa empieza una nueva era de seguridad, con un plan que va cambiar para siempre sus Fuerzas Armadas.