UN GRAN ataque a gran escala de Hezbolá en la madrugada de ayer contra el norte de Israel dijo haber frustrado el gobierno de Benjamín Netanyahu, aunque el movimiento islamista aseguró que logró lanzar cientos de drones y cohetes contra posiciones israelíes en represalia por el asesinato de uno de sus líderes.
La comunidad internacional lleva semanas expresando su temor a una escalada militar regional entre Irán y sus aliados, por un lado, e Israel, por otro, a raíz de la guerra de Gaza, donde tras diez meses sigue sin lograrse un alto el fuego pese a las negociaciones.
Hamás, que libra una guerra contra Israel en Gaza desde hace más de diez meses, celebró la "fuerte" respuesta de Hezbolá y consideró que era una "bofetada" al gobierno israelí.
El presidente estadounidense, Joe Biden, sigue "de cerca" los acontecimientos y un portavoz del Pentágono declaró que Washington está "dispuesto a apoyar" la defensa de Israel, su aliado.
Hezbolá, armado y financiado por Irán, había amenazado con represalias tras la muerte el 30 de julio de uno de sus jefes militares, Fuad Shukr, en un ataque israelí en la periferia sur de Beirut.
Junto con Irán y el movimiento islamista palestino Hamás, amenazó también con responder al asesinato del exdirigente de Hamás Ismail Haniyeh en Teherán el 31 de julio, atribuido a Israel.
La Fuerza Aérea israelí, tras recibir informaciones sobre el ataque de Hezbolá, lanzó "una operación compleja poco antes de las 05H00 (02H00 GMT), en la cual un centenar de aviones golpearon miles de lanzacohetes dirigidos hacia el norte de Israel en 40 zonas de tiro del sur del Líbano", declaró un portavoz militar, el teniente coronel Nadav Shoshani.
Un funcionario estadounidense indicó, bajo condición de anonimato, que Estados Unidos "no participó en los ataques preventivos de Israel" pero que proporcionaron ayuda "en término de seguimiento de los ataques entrantes" de Hezbolá.
Los disparos de Hezbolá formaban parte de un "ataque planificado de mayor envergadura y pudimos frustrar gran parte", aseguró el teniente coronel Shoshani.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió que Israel no había dicho su "última palabra" con los bombardeos de la víspera.
Por su parte, Hezbolá aseguró que el ataque fue un "éxito" e indicó que apenas era la "primera fase" de la respuesta a la muerte de Shukr.
Su líder, Hasan Nasralá, desmintió las "afirmaciones engañosas" de Israel, que afirmó haber destrozado "miles de lanzacohetes" e interceptado "miles de cohetes".
El movimiento islamista, políticamente muy influyente en Líbano, indicó que lanzó "un gran número de drones" contra territorio israelí y "más de 320" cohetes Katiusha contra 11 bases militares en Israel y en los Altos del Golán sirio ocupados por Israel.
Nasralá declaró que el "objetivo principal de la operación" era "la base de Glilot, la principal de la inteligencia militar israelí" a "110 km de la frontera" con Líbano, pero que "no fue alcanzada".
Según el ejército israelí, Hezbolá disparó "más de 150 proyectiles", de los cuales varios fueron derribados.
Al final de la tarde, la misma fuente indicó que un soldado de la marina cayó "en combate" en el norte, sin precisar si había relación con el ataque.
En el sur de Líbano, las autoridades informaron de tres muertos en los bombardeos israelíes. Se trata de tres combatientes, según Hezbolá y el movimiento aliado Amal.
Después de la escalada, se cancelaron decenas de vuelos en los aeropuertos de Tel Aviv y Beirut, y otros sufrieron retrasos. British Ariways anunció la suspensión de sus vuelos a Tel Aviv hasta el miércoles y Air France también declaró que suspendía los suyos a esta ciudad y a Beirut hasta el lunes "como mínimo".