Esta vez es diferente en Oriente Medio | El Nuevo Siglo
COHETES disparados desde el sur del Líbano son interceptados por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro de Israel sobre la región de la Alta Galilea, en el norte del país./AFP

Viernes, 23 de Agosto de 2024
Joschka Fischer*

BERLÍN.- El conflicto entre árabes y judíos por la tierra entre el Valle del Jordán y el Mar Mediterráneo -centrado en torno a la ciudad sagrada de Jerusalén, que hoy es la capital del Estado de Israel- ha durado más de cien años. Pero hoy el conflicto está cambiando, y no para mejor.

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Oriente Medio

Comenzó bajo el régimen de los sultanes otomanos y siguió después de la Primera Guerra Mundial, cuando un mandato de la Sociedad de Naciones ofreció un disfraz poco consistente para lo que, en realidad, era un régimen colonial de dos vencedores europeos, Gran Bretaña y Francia. Luego vino la Segunda Guerra Mundial, que terminó con la caída del régimen nazi en Alemania.

En 1947, una mayoría de dos tercios en las flamantes Naciones Unidas acordó un plan de partición para el territorio bajo mandato de Palestina. Y, en 1948, con la expiración del mandato, se fundó el Estado de Israel.

Eso condujo a la primera guerra de Oriente Medio entre Israel y sus vecinos árabes, que fueron derrotados en el lapso de un año, lo que resultó en un desplazamiento masivo de muchos árabes de la tierra en conflicto (un episodio conocido como la Nakba, que significa “catástrofe”). Pero en las próximas décadas se sucederían más guerras, lo que se tradujo en más desplazamientos y expulsiones.

A lo largo de esta lucha de 100 años, el mundo en general ha atravesado cambios geopolíticos vastos y profundos, desde la caída de los antiguos imperios coloniales hasta las dos guerras mundiales y la prolongada Guerra Fría. Sin embargo, el conflicto palestino-israelí ha seguido siendo, predominantemente, un asunto regional, o inclusive un mero conflicto local entre dos poblaciones pequeñas.

A diferencia de la crisis en Sarajevo en el verano de 1914, este conflicto nunca ha provocado una conflagración global o un choque de grandes potencias que culmine en una guerra mundial. Pero ahora también esa realidad geopolítica puede estar desmoronándose frente a nuestros propios ojos.

Ha pasado casi un año desde que Hamas atacó la zona fronteriza de Israel con Gaza, masacrando a civiles y tomando cientos de rehenes -jóvenes y gente mayor, mujeres y niños-. La posterior guerra en Gaza se ha cobrado una cantidad espeluznante de civiles palestinos, entre quienes militantes de Hamas se esconden y almacenan sus arsenales. Pero desde el inicio, esta guerra ha sido algo más que otro capítulo sangriento en el conflicto palestino-israelí de 100 años por la misma tierra. El contexto innegable más allá de este conflicto es la lucha por una hegemonía regional entre Irán y su “Eje de la Resistencia” y quienes se oponen a él.

Desde que Irán lanzó un ataque con misiles sin precedentes contra Israel desde su propio territorio el 13 de abril, ambos países están en un estado de guerra no declarado, y no por un pedazo de tierra. Este conflicto tiene una dimensión mucho mayor, porque en tanto exista Israel -una de las potencias militares más fuertes de Oriente Medio-, Irán no puede alcanzar su objetivo de una hegemonía regional.

Para Irán, entonces, Israel es principalmente un medio hacia ese fin. El estado judío le ofrece una ventaja crucial por sobre su principal rival árabe, Arabia Saudita, al darle una razón de ser a Hamas, Hezbollah y otros participantes en el Eje de la Resistencia.

El programa nuclear avanzado de Irán es otro medio hacia el mismo fin. Un Irán con armas nucleares alteraría el equilibrio de poder en Oriente Medio y, probablemente, también a nivel global.

Ahora que se ha invocado el espectro de una guerra regional de relevancia en Oriente Medio, es poco probable que alguien pueda contenerla. Irán y sus representantes han prometido venganza por los recientes asesinatos perpetrados por Israel de altos funcionarios de Hamas y Hezbollah en Teherán y Beirut, respectivamente.

En un mundo que cambia drásticamente y que se vuelve cada vez más inestable, el conflicto de 100 años de Oriente Medio se ha convertido en algo nuevo. Todas las grandes potencias ya están involucradas -dado que Irán es un socio estrecho de Rusia y China- y la condición de la región como un importante exportador de energía implica que cualquier escalada mayor provocará serias alteraciones económicas a nivel global.

Como en los años 1970, Oriente Medio tiene el potencial de desatar una crisis económica global. Esta vez, sin embargo, no hay soluciones viables a la vista. Todas las partes involucradas están tercamente convencidas de sus propias posibilidades y ni los palestinos ni los israelíes van a rendirse así nomás.

Al arriesgarse a una guerra más amplia con Israel y Estados Unidos en su búsqueda de una hegemonía regional y de armas nucleares, el régimen iraní bien podría provocar su propio fin. Pero, mientras tanto, Israel seguirá aislándose internacionalmente con su campaña militar brutal en Gaza. Ambas partes han renunciado a la razón y eso debería preocuparnos a todos.

*Ministro de Relaciones Exteriores y vicecanciller de Alemania de 1998 a 2005, fue líder del Partido Verde alemán durante casi 20 años.

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