Maduro y Guaidó, pulso de poder con final incierto | El Nuevo Siglo
Jueves, 24 de Enero de 2019
Redacción internacional

Los politólogos, para explicar lo que está pasando en Venezuela, escudriñan sus tesis de política comparada. Inédita, casi incomparable, es la situación política. Tan así, que se puede preguntar: ¿hay dos presidentes?

Responder a aquella pregunta, en un lapso tan corto de tiempo, requiere fijarse ineludiblemente en los efectos que Juan Guiadó ha generado como presidente interino a pocas horas de posesionarse. Significa, también, ver con detalle la lealtad que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) le sigue mostrando a Maduro y como este se mantiene en el Palacio de Miraflores gracias al fuerte apoyo que le brindan algunos países como China o Rusia.

 

Dos días

En menos de dos días, legitimado por el apoyo popular y la asunción de los poderes como presidente interino, Guaidó ha logrado que más de 20 países, entre ellos Estados Unidos, Francia, Alemania y Ucrania lo reconocieran como el mandatario legítimo de Venezuela. Además, este jueves, en la Organización de Estados Americanos (OEA) el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, anunció ayuda humanitaria por 20 millones de dólares.

Un gobierno capaz de provocar ese tipo de medidas, tanto de carácter económico como político, demuestra que ya está en cumplimiento de sus funciones como Ejecutivo, basadas en la legitimidad reconocida por parte importante de la comunidad internacional y la Asamblea Nacional.

Ahora bien, no hay que desconocer la otra parte, Nicolás Maduro. Pese a que el miércoles algunos llegaron a pensar que abriría algún espacio para un eventual diálogo, el líder chavista, visto por otra parte de la comunidad internacional como Jefe de Estado legítimo, demostró que mantiene intacta la lealtad de sectores que desde hace seis años se la juraron.

Desde el Tribunal Supremo de Justicia, Maduro hizo lo que pocos estaban esperando: ratificarse, irrestrictamente, como presidente. Para hacerlo, le agradeció a los militares su lealtad y ordenó luchar en contra de “un golpe de Estado en marcha” dirigido por Washington.

Sin desconocer sus alianzas, aseguró que “Putin me expresó todo su apoyo al gobierno legítimo que presido” y aseveró, como medida defensiva, que el líder ruso le dijo que contaba con todo lo que necesitara de su país.

Maduro, lejos de parecer un mandatario de facto, demostró que su gobierno se mantiene en Caracas, respaldado por una institucionalidad puesta a dedo por el chavismo que, sin embargo, le sigue dando esa condición de líder del Ejecutivo infundido para cumplir las funciones del cargo.

De uno y otro lado, algunos analistas han dicho que solo existe un Presidente legítimo, sea Guaidó o Maduro. En la mayoría de casos, estos análisis se han enfocado en sesudas interpretaciones constitucionales que a la hora del caso, viendo cómo van las cosas en Venezuela, quedan en un segundo plano.

Hoy existen dos gobiernos que, dependiendo para quién, están provistos de las tres aristas que Marx Weber entendió por legitimidad política: dominación, poder y relación social. Su capacidad, por tanto, trasciende lo legal y aterriza en el terreno político y económico, dos factores que tanto uno como otro tienen en este momento.

Lo anterior lleva a concluir que, por ahora, hay dos gobiernos paralelos que cumplen funciones ejecutivas, legislativas y judiciales, como ya venía pasando con el traslado del legítimo Tribunal Supremo de Justica a Bogotá y la aprobación de más de 70 leyes por parte de la Asamblea Nacional, cuyo cumplimiento ha sido desconocido por el chavismo.

 

Poder progresivo

La ansiedad de la mayoría de venezolanos por ver acciones concluyentes del gobierno de Guaidó se entiende luego de 20 años de chavismo. La dirigencia opositora, sin embargo, ha insistido que la transición política será progresiva y paulatina, desvirtuando a aquellos que piensan en transformaciones radicales de un día para otro.

Concretamente, la primera función que el Presidente interino ha asumido son las relaciones internacionales, dada la cantidad de países que lo han reconocido entre miércoles y jueves, y por la orden de Nicolás Maduro de romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos, dándole 72 horas a la delegación diplomática para que abandone el país.

Poco tiempo después de que el chavista anunciara tal decisión, Washington le respondió que las relaciones bilaterales no se efectúan con Maduro, sino con el legítimo presidente, Guaidó. Está por verse de aquí al domingo hasta qué punto la Casa Blanca pondrá en situación de peligro a sus diplomáticos o el chavismo proseguirá a tomar medidas más radicales.

No solo puede haber un eventual rechazo de Estados Unidos contra el tiempo que le dio Maduro, como lo ha insinuado, la Casa Blanca también podría congelar activos de Venezuela e implementar sanciones petroleras.

La semanada pasada la Asamblea Nacional, además de aprobar la Ley de Amnistía y Garantías, ratificó un acuerdo que, como explica la diputada Delsa Solórzano a Anadolu solicita “la protección de los activos del Estado para que no sigan siendo entregados a la dictadura, ya sea porque se los roban o porque se lo gastan en la compra de armas que después utilizan contra el pueblo”.

Mientras se esperan los siguientes pasos de la comunidad internacional, algunos sectores de la oposición le han pedido a Guaidó que nombre embajadores en todos los países que lo han reconocido, una decisión que iría en línea con la designación de Gustavo Tarre en la OEA.

El paralelismo gubernamental ha empezado a tener efecto en el chavismo. En un sorpresivo anuncio, el fiscal Tareck William Saab no ordenó la captura de Guaidó como se presumía de un dictamen del Tribunal. ¿Respeto institucional?

Al margen de la política, en las calles siguieron aumentando los fallecidos en choques entre las fuerzas de Maduro y manifestantes. Tras tres días de protestas, se cuentan al menos 26 muertos.