Desempleo, quiebra económica –de la que todavía hoy hay quienes no se recuperan–, casos de sobrecarga laboral, desórdenes en el sueño e incluso rupturas en la familia, son apenas la punta del iceberg que compone el amplio abanico de consecuencias de la pandemia en la salud mental y que nos están llevando a aprender a vivir de una manera diferente.
EL NUEVO SIGLO consultó a expertos en psiquiatría sobre aquellas patologías y secuelas que se dispararon en la salud psicológica de las personas en la pospandemia.
Mauricio Castaño, presidente de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, señaló a este diario que “los trastornos que más han aumentado su prevalencia después de la pandemia son los depresivos y de ansiedad. También se han incrementado las consultas con psiquiatría y, en general, con profesionales de la salud mental”.
“Existen otras condiciones, como un aumento en los niveles de estrés, menor tolerancia a la frustración, asociados a condiciones sociales que aparecieron luego de la pandemia, como el desempleo, la desigualdad, la disminución de ingresos, entre otros”, agrega el doctor Castaño.
Sobrecarga laboral
Indica que siguen muchas situaciones sin resolver: “Hubo cambios. Por ejemplo, en el trabajo en casa los encuentros se hacen por portales de videollamadas. Estas nuevas condiciones de vivir y trabajar son a las cuales no estábamos acostumbrados y en muchas ocasiones puede haber un aumento del trabajo e incremento en los niveles de estrés”.
“Hay personas que combinan trabajo presencial con virtual, esto genera mayores dificultades porque se acrecienta la actividad laboral y eso lleva al distanciamiento familiar, aunque estén viviendo dentro de la misma casa; ello favorece que todavía nos encontremos en situaciones de crisis”, asevera.
“Esta reorganización social todavía nos toca. Estamos aprendiendo a vivir de una manera diferente a como se vivía antes de la pandemia”, añade.
Depresión y ansiedad
“Los síntomas de la depresión no son solamente una tristeza. La depresión –entendida como un trastorno mental–, en donde la persona pierde el estado del ánimo y tiene menos energía para seguir sus actividades cotidianas, se acompaña de cambios en el apetito, de alteraciones en el sueño, de una sensación o pensamientos relacionados con la muerte, como pérdida del interés por la vida”, enfatiza el doctor Castaño.
Asimismo, el experto explica que la ansiedad “se evidencia en el aumento en las preocupaciones de la vida diaria, tensión muscular o episodios de ansiedad, que son crisis de pánico que consisten en fuertes palpitaciones, sudoración, sensación de vacío en el estómago o en la garganta, sensación de mareo; incluso, pueden llegar a presentarse juntas, la ansiedad con la depresión”.
Por su parte, el especialista Santiago Solano, jefe médico del servicio de Psiquiatría de la Fundación Cardioinfantil, asegura a EL NUEVO SIGLO que “gente que empezó a tomar y a consumir sustancias durante la pandemia, ha desarrollado problemas adictivos; a partir de eso, la carga de la vida, en general, ha aumentado”.
“Mucha gente tuvo duelos muy complejos, lidiando con todo eso al mismo tiempo”, añade, enfatizando en aquellas circunstancias que potenciaron, principalmente, la ansiedad y la depresión.
Asimismo, destaca “la afectación que hubo, sobre todo, en la gente joven, en edad escolar, universitaria, que tuvieron que dar ese brinco gigantesco de estar funcionando normalmente y de pronto un día se ponen a trabajar en forma virtual. Cuando regresaron a la presencialidad, empezaron a tener problemas importantes en la socialización”.
En cuanto al tratamiento de la depresión, el especialista asegura que usualmente se maneja con una combinación entre psicoterapia y farmacología –cuando es pertinente, no siempre lo es–. Y “una cosa importantísima: hábitos de vida saludables, como dormir bien, tener buenos periodos de descanso, actividad física y buena alimentación”.
El médico destaca la importancia de “los vínculos interpersonales, las relaciones humanas que tenemos con los amigos, con la pareja, con la familia, en el sitio de trabajo; entonces, tratar de tener en la medida que uno pueda mejores relaciones, intentar manejar las relaciones de la forma más gratificante posible”.
Álvaro Rodríguez Gama, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad Nacional de Colombia y secretario ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Academias de Medicina de España y Portugal (Alanam), señaló a EL NUEVO SIGLO que en la población “todas las enfermedades físicas y mentales se agravaron”, porque “la gente no volvió a los sitios de atención médica por temor al contagio”.
“Todo el servicio médico se vino a pique. Si acaso tenían cita virtual y eso… imagínese neurólogos, reumatólogos, ¡ginecólogos haciendo consulta por internet! Gran parte de las secuelas que tenemos hoy en día son porque a la gente se le agravaron sus enfermedades”, sostuvo.
El académico afirmó que “la pandemia irradió en toda la biología. Quedaron muchas secuelas, consecuencias neuropsiquiátricas; por ejemplo, ahora todo el mundo anda quejándose de amnesia: a mí se me olvidan las cosas’. Quedó mucha desconcentración. Otra cosa que pasa en la consulta es que los pacientes me dicen ‘no estoy durmiendo bien, doctor, después de la pandemia’, también por la angustia y todos los daños psicológicos”.
A su vez, manifiesta que “quedó mucha apatía: ‘yo ya perdí las ganas de todo, no solo por depresión, sino por los daños que causa el virus’; sumada a los duelos no resueltos y la culpa”.
Prevención
Ómar Cuéllar, director general de la Clínica Montserrat, indicó que “en el país muchos colegios se vieron abocados a tener que contratar mucho más personal de psicología, psicoorientadores, porque empezaron a darse cuenta de que al regreso a clases después de los confinamientos surgieron muchas circunstancias de estrés, depresión, ansiedad, riesgos de intentos de suicidio, que se vieron incrementadas. Los menores de edad fueron los que más se vieron impactados”.
De manera preventiva se tomaron estas medidas en los establecimientos educativos. “Así como en las empresas empezaron a invertir un poco más en todo lo que tiene que ver con baterías de riesgo psicosocial y evaluar cómo está la salud mental de sus empleados”, puntualizó.
¿Qué medidas tomar?
Ante el complejo panorama, el especialista en psiquiatría Solano recomienda:
-Verificar muy bien la fuente de donde se consume contenido (sobre todo en redes sociales).
-Ser cautelosos con la sobrecarga de información. Ejemplo: “si leo sobre depresión, leo a la Cardioinfantil, al Instituto John Hopkins, de Harvard. Hay que individualizar la información, porque no todo lo que leo se aplica a cada caso”.
-Si hay dudas sobre salud mental o física, ¡siempre consultar a un experto! Ninguna fuente reemplaza a los profesionales.
-Ser cuidadoso con los horarios y la intensidad, por el impacto de las pantallas en el cerebro, ya que esto afecta la calidad del sueño y el estado anímico. En las noches, al ir a dormir, evitar o disminuir el uso de las mismas o, si es el caso, medir la cantidad.
Cabe mencionar que en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes en el mes de marzo se aprobó en primer debate el proyecto de ley propuesto por la representante Olga Lucía Velásquez, que busca establecer un marco normativo (y fortalecer el ya existente) para garantizar el acceso igualitario a la atención integral en salud mental.