Una polémica dentro de la jerarquía católica se presentó este fin de semana entre quienes se encuentran en desacuerdo de llevar al dirigente del partido Farc, Zeuxis Pausias Hernández, alias Jesús Santrich, a un sitio eclesiástico y quienes apoyan el gesto de la Conferencia Episcopal.
El sacerdote Alirio López sostuvo que “he sido muy claro en que me aparto de la determinación de la Conferencia Episcopal, porque no creo que se tenga que manosear a la Iglesia”.
López no consideró adecuado que “una persona como Santrich, que está en La Picota, que está en una huelga de hambre, lo trasladen a un sitio que ciertamente es un cuarto, que no tiene tecnología”, sobretodo porque “quienes lo están acusando no es una estación de la policía: lo está acusando la Fiscalía”.
“Son delitos que se cometieron después de la firma de los acuerdos”, señaló, preguntándose que, “¿si es un acto humanitario, por qué no tuvo algo de humanidad para que aquel niño que estaba sufriendo de cáncer viera a su papá, que estaba secuestrado?”.
Recordó López que a él le toco recoger jóvenes asesinados de pandillas. Sé lo que significa la muerte y el dolor que sufre la familia.
Entre tanto, Libardo Ramírez, vicario judicial del Tribunal Superior Eclesiástico, dijo que “hay distintas interpretaciones y por lo tanto reacciones que se han tenido de darle albergue transitorio en sede”.
“Aunque fuera fiero guerrillero de las Farc, con gran serenidad, sin precipitación emocional, es necesario precisar lo que no ha habido en este caso y por tal motivo haberse dado esto. De ninguna manera se puede interpretar como gesto de aprobación por parte de la Iglesia la lucha armada, crímenes que se le imputan al señor Jesús Santrich, de parte de la Iglesia que condena abiertamente la violencia y los crímenes cometidos por este señor”.
Sostuvo que “hay, sin excepción, en la Iglesia rechazo de todo atentado contra la vida”.
Expresó que “no se trata tampoco de facilitar a ese prisionero acusado de parte de entidades internacionales, acusados de delitos, no se trata de ayudarle a evadir la justicia de Colombia y de otros países, y cambiar los términos de los acuerdos que se tienen”.
Aquí lo se debe entender por ayuda humanitaria es “salvar una vida, dándole a ese prisionero el suspender el lento suicidio por una huelga de hambre en la que se había entregado por una determinación judicial”.
Anotó que como se ha explicado por parte de la Iglesia, esto se hizo por darle apoyo para salvar una vida, “de ninguna manera se hace para justificar el chantaje de una huelga de hambre”.
“En resumen, estamos ante un gesto humanitario ejemplar, ante una persona con antecedentes no justificados, pero cuya vida se quiere salvar en ambiente de cristiana misericordia. Esto es lo que se quiere y se busca”.