Mis gobernantes
Ha quedado claro, en los hechos o escándalos recientes, que la inmoralidad es intocable y que si alguien lo hace, le caerán como hienas todos los poderosos que estén podridos, porque, ni más faltaba, su bajeza moral es su forma de pasar por la vida, sostienen ellos mismos. No obstante, no está de sobra que los súbditos de un gobierno y de Estado digamos una y otra vez qué categoría de personas nos gustaría ver conduciendo las riendas de la Nación.