“Cosas de Casa”, en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga | El Nuevo Siglo
LA MUESTRA se exhibe en la sala Mario Hernández Prada. Así mismo la artista tendrá un conversatorio virtual el próximo 11 de agosto.
Museo de Arte Moderno de Bucaramanga
Miércoles, 2 de Agosto de 2023
Agence France Presse

Ángela Reyes, considerada una de las mejores artistas plásticas en la actualidad, presentará su obra “Cosas de Casa” desde mañana en el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga.

Un proyecto que reúne instalaciones y autorretratos, que evocan la construcción de su propia “Casa de Memoria” e invita al espectador a revivir experiencias, sensaciones y ocurrencias que solo se viven en la infinidad del espacio doméstico.

La muestra se exhibe en la sala Mario Hernández Prada. Así mismo la artista tendrá un conversatorio virtual el próximo 11 de agosto dirigida por Adriana Fuentes Coordinadora de Comunicaciones del MAMB.

Ángela Reyes nació en la ciudad de Bogotá el 25 de Julio de 1981. En el año 2005 egresó como Licenciada en Ciencias de la Educación en Artes Plásticas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Ha participado en “La Mente es un Hogar”, Galería Liberia Central Contemporánea; “Cuerpos, Cuentos y Remiendos”, Ciclo Anual de Exposiciones temporales de Artes Plásticas, Museo Casa Cultural Gustavo Rojas Pinilla.

También ha trabajado en “Memoria, Dignidad y Tejido social: Reflexiones de Arte y Sociedad sobre el conflicto Histórico Colombiano”; “IV Encuentro de Artes Visuales del Meta y Tercer encuentro Juvenil.



El origen

“Cosas de casa” son como pequeñas historias del espacio. En algún momento el artista francés Christian Boltanski (dijo que, en el arte, como en toda la literatura solo existen a lo sumo 5 temas, el resto son variaciones del mismo.

En 1991, la compañía estadounidense Walt Disney sacó a la luz una versión actualizada de la “Bella y la Bestia”; un largometraje animado basado en la clásica historia francesa que Jeanne Marie Leprince de Beaumont escribió en 1752, como una interpretación de la versión que Gabrielle-Suzanne Barbot escribió en 1740, a su vez como heredera de los escritos de Giovanni Francesco Straparola, quien en 1550 hace la primera versión de este relato. Lo cierto es que en la edición animada de los estudios Disney, los objetos son en realidad seres humanos conjurados por una bruja que los condenó a ese estatus, por lo que estos, además, de despojarse de su condición utilitaria, establecen vínculos afectivos con la protagonista (La Bella), en medio de una operación de re-significación en donde lo cotidiano deviene en extraordinario y la frontera entre lo ominoso y lo familiar parece diluirse. Antes, mucho antes de la versión disneylanizada de la Bella y la Bestia, uno de nuestros grandes literatos nos relató la forma en que una pareja de hermanos fue abandonando progresivamente su casa en la medida en que esta era tomada por no saber quiénes o qué.

Esta familiaridad y extrañeza que oscila de manera pendular en la cotidianidad hogareña, mediada por una serie de relaciones afectivas, culturales y políticas que articulan ese cúmulo constelar llamado memoria, estructura de manera polisémica, es decir, poética, el proyecto de la artista colombiana Ángela Reyes, en un sentido que se despliega y se negocia en medio de una trama ejecutada desde su infancia.

El resultado se evidencia en la puesta en escena de una serie de obras ancladas en un tiempo contra-lineal donde convergen distintos dispositivos que juntos constituyen el relato (no ilustrativo) de sus casas que, como una matrioska rusa se superponen unas a otras como las distintas pieles de un cuerpo y que se mantienen tatuadas al alma como lo sugiere el gran Gastón Bachelard 3. Pero, ¿cuál puede ser el sentido de hablar de la Bella y la Bestia de Walt Disney y la Casa Tomada de Cortázar para contextualizar la obra de Ángela Reyes? Pues en ambos relatos, uno audiovisual que proviene de la literatura clásica europea y el otro propio de la literatura latinoamericana, engranan formas alternativas de jerarquizar lo cotidiano, mediante una operación en donde lo ordinario deviene en extraordinario, tal y como sucede en la obra de Reyes, dado a que la artista tiende a trastocar la forma como lo cotidiano aparece ante nosotros, a través de una serie de estrategias mediales y discursivas como resultado de una potencia inminente que se despliega en diversos objetos, acciones y situaciones.