¿Por qué el cine colombiano no tiene superhéroes? | El Nuevo Siglo
Jerónimo Rivera Betancur es docente investigador de la Universidad de La Sabana, director y fundador de la Red Iberoamericana de Investigación en Narrativas Audiovisuales y editor en jefe de la revista Palabra Clave.
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Domingo, 26 de Septiembre de 2021
Redacción Cultura

Imaginar un personaje con superpoderes que salve a la comunidad del mal, como sucede en Hollywood, es un escenario poco probable en el cine colombiano. Así lo confirma Jerónimo Rivera Betacur, quien se ha encargado de investigar esta industria, en su nuevo libro.

El ejemplar titulado El viaje sin héroe del cine nacional es el resultado de varios años de investigación, en el que analiza cómo en el cine colombiano pensar en películas de héroes muchas veces es visto como algo iluso y fantasioso, ya que las cintas del cine nacional las protagonizan personajes que no quieren ser héroes y deben lidiar con un contexto social que no los favorece.

Para conocer de cerca esta investigación, sus resultados y el modelo que propone Rivera para la cinematografía colombiana, EL NUEVO SIGLO dialogó con el autor.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cuál fue el impulso que lo incentivó a escribir 'El viaje sin héroe del cine nacional’?

JERÓNIMO RIVERA BETANCUR: Más que un impulso fue un proceso realmente de muchos años. Yo vengo estudiando el tema del cine colombiano aproximadamente hace 14 o 15 años y todo esto derivó en mi tesis doctoral, que fue en la Universidad de Navarro, en España y fue laureada. Se trató de El viaje del protagonista del cine colombiano, un tema en el que yo buscaba encontrar si había heroísmo en el cine colombiano y que muy rápidamente encontré que no es así. Es un gran tema olvidado para el cine colombiano.

Cuando terminé mi tesis hace tres años, esto me llevó a escribir un par de libros. El primero fue El papel del cine colombiano en la escena latinoamericana, que tiene que ver más con narrativas y la industria; y este segundo libro que ya es el modelo definitivo de mi tesis doctoral, en donde yo planteo un modelo alternativo a uno muy conocido, que es El viaje del héroe de Joseph Campbell que se trabaja en todas las escuelas de cine del mundo.

Lo que propongo es un método alternativo para narrativas antiheroicas como la colombiana. En este libro se hace el análisis de la narrativa colombiana, pero en una segunda etapa la idea es hacerlo en varios países como Argentina, Perú y en México.

ENS: ¿Cómo fue la experiencia de investigación para este libro?

JRB: Puntualmente, hice el análisis de 10 películas, en el que se hizo una revisión muy minuciosa, escena por escena de esas cintas, que fueron seleccionadas entre el montón de películas colombianas que se hicieron desde el 2004 y el 2013, que son los 10 años posteriores a la aprobación de la Ley del Cine en Colombia.

Las elegí fundamentalmente porque eran cintas relevantes para el país. Por una parte, porque eran las más taquilleras y también porque eran las más premiadas. Analicé películas como El paseo, más festivaleras como La sangre y la lluvia, La pasión de Gabriel, Los colores de la montaña, Sumas y restas y Rosario Tijeras, entre otras más.



ENS: ¿En qué consiste esa narrativa antiheroica a la que se refiere en el libro?

JRB: Una cosa muy importante que encontramos fue que la narrativa colombiana es una en la que los valores están invertidos, donde lo bueno es malo y lo malo es bueno, y tiene mucha relación con nuestra realidad desafortunadamente. Estamos en un contexto, donde no se puede confiar en las autoridades, donde la ley a veces es un poco injusta, donde los malos y villanos muchas veces ganan y la gente buena pierde y le va mal.

Entonces en este contexto es muy difícil ser héroe. El héroe tiene que ir en contra de todo, inclusive del mismo sistema y esto provoca un gran desánimo, una frustración. Y aquí aparece un concepto que trabajo en el libro, que es el del mal relativo y es que así como en el cine, en la sociedad colombiana nos acostumbramos a tolerar el menos malo de los males. Es decir, tenemos una cierta tendencia a aceptar cosas que son malas simplemente porque hay males peores. Entonces es una sociedad que tolera cierta dosis de corrupción.  Ahí es cuando hablamos de una narrativa que premia de alguna manera las conductas antiheroicas.

ENS: Entonces, ¿con qué tipo de temas está ‘casado’ el cine nacional?

JRB: En el libro anterior menciono cuatro grandes temas que para mí son los que atraviesan muy buena parte del cine colombiano. Estos son los derivados del conflicto armado, lo que tiene que ver con el narcotráfico y todos sus colaterales, la marginalidad que no solamente incluye la pobreza sino las condiciones de exclusión de distintas índoles y la identidad del colombiano.

Alrededor de estos cuatro grandes temas gira un alto porcentaje de las películas colombianas y lo más curiosos es que además están en todos los géneros. Entonces uno encuentra comedias sobre el conflicto armado o drama sobre el narcotráfico. Más allá de los géneros aparecen estos temas en muchas películas.

ENS: ¿Cuál es ese modelo que propone en el libro para ser aplicado a la cinematografía colombiana?

JRB: Es un modelo que se ha aplicado de manera empírica. Mediante el análisis de las películas lo que me he dado cuenta de la forma como se narran muchas películas colombianas. Es un modelo en el que hago la comparación respecto al modelo de Cambell que habla del estatus quo, que habla del punto de partida, entonces en estas películas el punto de partida es caótico, una situación donde los valores están invertidos y tenemos un personaje que por las circunstancias está obligado a actuar.

A diferencia del modelo de Campell, no es el héroe el que acepta la misión o el que de alguna manera tiene un mentor para que lo acompañe, sino que este es un personaje que le tocó sí o sí actuar porque generalmente está en riesgo su vida o la de alguien que quiere y le toca, no hay ninguna opción de salir de esa imposición.

Ahí viene algo que es muy interesante y es que este personaje para poder actuar en este contexto de valores invertidos tiene que acudir a vías ilegales, a veces inclusive puede ir por la vía legal pero se encuentra con la burocracia, la ineficiencia, por eso tiene que acudir a una vía ilegal, que puede ser muy sencilla como un soborno, hasta una cosa más grave como un secuestro.

De esa manera se va metiendo poco a poco en la historia y al final, después de muchos contratiempos, el personaje termina mal y ese final es una victoria amarga, es decir, cuando el personaje a pesar de que obtiene lo que quería significa una derrota moral o pierde algo muy querido para él. Lo que esto genera una sensación de desánimo, frustración y un sabor amargo.

ENS: ¿En algún momento podría llegar un héroe colombiano a las pantallas?

JRB: Sí, claro que sí. No sé si un superhéroe porque hay un tema cultural que lo estuve abordando en otras películas latinoamericanas, y es que a diferencia de los norteamericanos que creen fielmente que es posible tener superhéroes que los salven de todo, nosotros tenemos una visión pragmática y pesimista que nos obliga a no creer nunca en superhéroes. Por eso, cuando se han hecho películas de superhéroes latinoamericanos siempre terminan cayendo en la parodia.

Sin embargo, héroes sí hay y un montón en la sociedad colombiana, pero desafortunadamente sus historias no son atractivas o terminan mal.

Somos un país en donde la historia de mártires es gigante. Pero creo que sí es posible hacer películas de héroes. Hablo en términos generales, que es lo más predominante y la tendencia, pero eso no quiere decir que no haya héroes colombianos. Sí hay, lo que pasa es que son muy pocos y generalmente también tienen un final que es injusto o desagradable.