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La rama ejecutiva del poder público es una organización vertical, con el Presidente de la República a la cabeza, quien simboliza la unidad nacional, es jefe de Estado, jefe de Gobierno y suprema autoridad administrativa. Le corresponde nombrar y separar libremente a los ministros del despacho y a los directores de departamentos administrativos. El Gobierno se ejerce y pronuncia por actos administrativos y lo conforma el Presidente con alguno de sus ministros o directores.
Los ministros y directores son los jefes de la administración en sus respectivas dependencias y bajo la dirección del Presidente de la República formulan las políticas atinentes a su despacho. El Presidente reúne a todos sus ministros y directores en el llamado consejo de ministros para impartir instrucciones y revisar la marcha de las políticas de cada ministerio. Esos consejos se reúnen con frecuencia por citación del Presidente y hasta ahora eran reservados en los temas tratados y más si había problemas internos.
No es usual que un consejo de ministros se transmita en vivo por medios de comunicación; se requiere privacidad para poder hablar entre ellos y el Presidente con franqueza, y que se puedan precaver los correctivos que necesita la administración; pero lo más importante, para no causar pánico entre la población que escucha las barbaridades que a veces suceden en un gobierno.
Por ello llamó la atención de todos los colombianos que un consejo de ministros celebrado la semana pasada se transmitiera en vivo y en directo, pudiendo todos los colombianos presenciar semejante aquelarre, donde se sacaron “los trapos al sol”, se imputaron delitos, se anunciaron renuncias, se reconoció la inseguridad que azota al país; la filtración de dineros ilícitos en la campaña presidencial, las relaciones con “Papa Pitufo”, las agendas paralelas de algunos ministros; la inasistencia sistemática de muchos de ellos a las reuniones con el Presidente; la inconformidad de la mayoría con algunos de los miembros del gabinete, etc, etc, etc.
A los ocho días todavía se habla de lo sucedido y todos los comentaristas narran el escándalo que significó aquella reunión, que algunos tildan de estratégica para que el Presidente se desvincule de los malos resultados de la mayoría de las carteras. Si este era propósito, hay que decirlo, les fue muy mal y se logró un efecto distinto; quedó explícito para los colombianos que hay desgobierno, que estamos al garete, carentes de liderazgo y retrocediendo en lo poco que habíamos avanzado en esta democracia.
Fue una reunión torpe, que presentaron como alocución presidencial; que luego de tener que dar replica a la oposición y de recibir todas las amenazas de renuncias, tuvo que hacerse efectivo el derecho del Presidente a replantear a sus colaboradores, pidiendo la renuncia de todo el gabinete. Quedó la idea entre los colombianos de un gobierno al garete y sin timonel.
El escándalo de la semana que pasó, superó y tapó los anteriores, la misma conmoción interior quedó como algo realmente menor. De lo único que estamos seguros es que este último también será superado por otro bastante mayor que seguro está por venir.