Las mujeres están presentes en los ruedos mexicanos desde hace décadas, pero sólo desde 1991, compiten al lado de los hombres
LOS "charros" mexicanos, famosos por sus competencias de rodeo en las que montan agresivos toros, enlazan caballos o saltan de una montura a otra, tienen que disputarse cada vez más los reflectores con sus contrapartes femeninas, las "charras" o "Adelitas".
Las mujeres están presentes en los ruedos mexicanos desde hace décadas, pero sólo desde 1991, tras una intensa campaña, compiten al lado de los hombres realizando complicadas y peligrosas rutinas, conocidas como 'suertes', y danzas encima de caballos que galopan velozmente.
La "escaramuza" -pequeña batalla- es la disciplina femenina de las "charreadas", como se llama a la jornada de competencias, y consiste en grupos de ocho mujeres que con vistosos faldones al estilo del siglo XIX realizan distintas figuras montadas al estilo "mujeriego", con ambas piernas al costado.
Las rutinas o suertes que realizan las "cuadrillas", como se denomina a los equipos, incluyen rápidas vueltas, cruces y formaciones giratorias.
"Siempre hay que mirar a las compañeras, concentrarse. Si alguna comete un error, lo llevamos todas", comenta Areli Rivas, del estado mexicano de Zacatecas (norte), mientras ensilla su caballo para participar en una competencia charra en Ciudad de México.
Para llevarse un premio en efectivo o un conseguir un lugar en las finales nacionales, las cuadrillas deben cumplir estrictas reglas, que van desde moverse al unísono al ritmo de la música hasta llevar las mismas ropas, que evocan a las "Adelitas", como se llamaba a las mujeres de la Revolución mexicana.
Una de las integrantes del equipo también debe emprender una veloz cabalgata para luego detenerse de golpe en el centro del lienzo charro, una suerte que también realizan los hombres.
La primera escaramuza registrada en la historia de la charrería, el deporte mexicano por excelencia, se remonta a 1953, cuando tres mujeres y tres hombres realizaron distintas suertes acompañadas de música en un evento organizado en Ciudad de México por la Asociación Nacional de Charros.
Pero las mujeres quedaron relegadas durante años de las competencias oficiales. Fue recién en 1991 cuando la Federación finalmente incluyó las escaramuzas en las charreadas al mismo nivel que las suertes masculinas, lo que desató una polémica e incluso amenazas de muerte para el entonces presidente de la organización.
"La verdad es que a las mujeres nos gusta competir, nos gusta el deporte, nos gusta la competencia", comenta Cristina Alvarez Malo, entrenadora de una cuadrilla y que exhorta a las jóvenes a practicar este deporte.
En 20 años, las escaramuzas se han hecho de un gran número de seguidores y ya suman más de 200 los equipos que compiten en México, además de otros en Estados Unidos.
"Al principio, el reglamento era muy fácil, ahora es como muy complicado. Tienes que saber mucho de montar, los entrenadores tenemos que preparar muchísimo" a las cuadrillas", comenta Alvarez, quien también fue una de las primeros juezas de competencia.
Sin embargo, la entrenadora también lamenta el aislamiento de las mujeres charras, que desembolsan grandes sumas de dinero en su vestuario -un solo sombrero cuesta 600 dólares- caballos y sillas de montar.
Rivas entrena tres veces a la semana durante tres horas como parte de la preparación de su equipo, el Tuitán, que participará en el Campeonato Nacional Charro, que se disputará en Puebla (centro) este mes.
"Son esfuerzos, desveladas, viajes muy largos, pero al momento de estar arriba del caballo, con las compañeras, es algo indescriptible. La escaramuza es valor, elegancia, feminidad, compañerismo, orgullo, es ser mexicano", resume./AFP