El Teatro Nacional acaba de dar un paso importante para acercar a las artes escénicas a quienes tienen esta discapacidad y lograr que las disfruten como cualquier espectador.
POCAS VECES la gente se pregunta cómo van a teatro las personas sordas. La respuesta es que no lo hacen y no precisamente porque no quieran. Sencillamente se restringen porque no hay obras que tengan una lengua para ellos.
Todos los sábados de este mes la función de las 6 de la tarde del Teatro La Castellana contará con intérpretes de lengua de señas que estarán ubicados a los lados del escenario traduciendo los diálogos de los actores.
Los intérpretes son facilitados por Fenascol (Federación Nacional de Sordos de Colombia) y las funciones especiales comienzan con Pillowman, el hombre Almohada y aunque habrá público general, las personas discapacitadas estarán ubicadas en las primeras filas y tendrán descuentos de 20 por ciento en la boletería.
La experiencia, dice Daniel Álvarez, director Ejecutivo Adjunto del Teatro Nacional, parte del interés de generar inclusión y de formar públicos.
"Actualmente solo hay obras de teatro con intérpretes de señas a nivel de los colegios distritales, pero es la primera vez que un teatro abre las puertas tan claramente a la población sorda, que siempre ha encontrado una barrera cultural", explicó John Bohórquez, director Técnico de la Federación Nacional de Sordos (Fenascol).
En el mundo es común que las personas sordas formen sus propias compañías y presenten sus obras para un público que tampoco escucha, pero esto termina convirtiéndose en un tema de un nicho.
Sólo espacios como Disney World tienen algunas funciones adaptadas para sordos y en Brasil hay experiencias, pero mínimas.
España lo ha hecho también pero con apoyo de la tecnología. Este año un teatro realizó una obra con subtítulos, que aparecían en teléfonos inteligentes o en tabletas, gracias a un software que copiaba el guión y se leía mientras transcurría la obra. El sistema, que fue propuesto por una universidad, también permite proyectar vídeo en lengua de señas y audio para personas ciegas que quieran asistir a teatro.
Para los expertos del tema en Colombia, este es un avance que va en la línea de la Convención de los derechos de las personas con discapacidad, que fue ratificada por el país.
"Esto garantiza el derecho a la participación de las personas sordas en espacios culturales y también puede ayudar a que despierten su interés en crear sus propios proyectos culturales", dijo Bohórquez. Andrés Parra, protagonista de Pillowman, ya había vivido la experiencia de actuar con intérprete de señas en 1999 en el Teatro Libre de Bogotá.
"Es raro, pero muy interesante. Especialmente cuando es comedia porque la risa es a dos tiempos: los oyentes se ríen a uno y las personas sordas, mientras el intérprete traduce, se ríen a otro", explicó y dijo que tiene mucha expectativa para mañana. Además de eso, dice, las obras transcurren con naturalidad.
"Los teatros deberían tener esa opción de forma masiva, así como hay espacios para sillas de ruedas", agregó Parra. Para Pillowman, los intérpretes hicieron un trabajo previo de lectura de los libretos, con el objetivo de ser más precisos a la hora de traducir a la lengua de señas colombiana (cada país tiene modismos en la lengua de señas).
Daniel Álvarez asegura que esta es solo la primera parte de un proyecto que incluirá también adaptación de espacios y otras obras para la población discapacitada y que el próximo año extenderían las funciones especiales para sordos a las otras salas: el Teatro Fanny Mikey la Casa del Teatro Nacional.