El debate público internacional sobre la transición energética se caracterizó en la década anterior por el gran entusiasmo creado con la reducción de los costos de la generación eléctrica solar y eólica. Se asumía que se pasaría velozmente a un mundo de energía dominada por la electricidad renovable y con consumos intermedios y finales electrificados. De acuerdo con Fedesarrollo en su más reciente estudio sobre transición energética, las orientaciones para la transición se trasplantaron de las fórmulas de los países desarrollados.
Los cortes de las exportaciones de gas de Rusia a Europa occidental, por ejemplo, que llevaron a formalizar al gas natural como combustible verde en la Unión Europea, y la activación de las plantas a carbón en Alemania, ambos hitos sucedidos en julio de 2022, muestran la importancia del pragmatismo, y de tener un enfoque de portafolio en la oferta de energía, sin perjuicio de impulsar las energías limpias
En Colombia es importante revisar, de acuerdo con Fedesarrollo, la política pública para la transición energética, las emisiones de gases de efecto invernadero, cuáles serían los costos de una descarbonización acelerada y qué papel debe jugar el gas natural en esta transición.
Política pública
Según el centro de investigación, la política energética en nuestro país debe promover el crecimiento, el bienestar y la equidad. El portafolio debe suministrar energía cada vez más limpia en una senda que respete las siguientes restricciones: fiscales, de rentabilidad de las inversiones, de velocidad de adopción de tecnologías, y de aseguramiento de la seguridad y continuidad del abastecimiento en un entorno de incertidumbres crecientes en el clima y en los mercados mundiales de energía.
Las exportaciones de combustibles fósiles y las rentas de la producción de los mismos son recursos que deben financiar la construcción de capital humano, la investigación y desarrollo para cambiar la estructura sectorial, y construir infraestructura más verde.
Al respecto Juan Benavides, investigador de Fedesarrollo y director del estudio Transición energética en Colombia: Política, costos de la carbono-neutralidad acelerada y papel del gas natural, dijo a EL NUEVO SIGLO que “la transición energética de Colombia debe ser diferente de la de un país desarrollado porque consumimos menos energía per cápita y total. Además, porque tenemos menos emisiones y porque la gran mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene no de la energía, sino de la agricultura, el sector forestal y el cambio de uso de suelo”.
“La energía no se puede definir como única fuente primaria porque se requiere una combinación de atributos entre los cuales están el costo, la firmeza, la continuidad y la densidad”, dijo el investigador
La importancia del gas
Además, sostuvo que “hay que tener en cuenta que no todos los usos se pueden electrificar, ni toda la electricidad se va a poder producir con energías renovables porque son intermitentes y no poseen firmeza. Es aquí en donde tiene un papel importante el gas natural”.
Agrega Benavides que "el gas en la oferta provee continuidad que no pueden dar las energías renovables intermitentes. En el consumo final (demanda), provee densidad como el calor directo e indirecto en calderas y hornos. Por su versatilidad y menos emisiones que el resto de combustibles fósiles y por la necesidad de que el país crezca, el gas tiene un papel importante. Vemos con gran preocupación que se ha dicho que hay que acabar con el gas de manera inmediata y eso es un grave error. Debemos seguir explorando y explotando gas”.
“Ante este panorama tenemos que crear un portafolio de seguridad y de oferta. Para esto encontramos varios principios: el primero, es que un país como Colombia solo debe hacer inversiones que sean rentables financieramente. Segundo hay que empezar la transición por la demanda, teniendo en cuenta la eficiencia energética, así como la reducción del consumo de energía en el comercio, la industria, las edificaciones y los hogares; esto si se hace bien, puede tener grandes rendimientos y mejorar la competitividad de las pymes especialmente”, añadió.
De otro lado Benavides resaltó la importancia de “la electrificación del transporte urbano ya que genera una menor producción de material particulado que es el que produce enfermedades respiratorias. Esta transformación tendría varios beneficios ya que, no solamente se reduce el Co2 si no que trae beneficios para la salud. Este es un ejemplo por el cual el país podría empezar”.
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Reservas de gas
De otro lado el centro de pensamiento sostuvo que se debería establecer en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 y con mensaje de urgencia, la importancia del gas natural en el bienestar y el crecimiento del país, y el compromiso del Gobierno para apoyar su desarrollo.
En el lado de la oferta, se debe estimular la adición de reservas de gas natural doméstico en condiciones técnicas rigurosas, complementadas por importaciones que no estén sujetas a decisiones discrecionales de abastecimiento. Mientras que, en la demanda, se debe facilitar financiación de la eficiencia energética en usos finales; y promover el ingreso de vehículos a Gas euro en transporte vial de carga y transporte masivo urbano, que son nichos de alto impacto y alta velocidad de despliegue.
En cuanto a regulación se debe impulsar la creación de un mercado único de gas natural con la integración comercial y física mediante gasoductos e interconexiones de transporte de los submercados de la Costa y del Interior, con ganancias de escala y aumento de la competencia; desarrollar una regulación que remunere la red nacional de gasoductos; desplegar agilidad regulatoria y liberalizar el mercado de comercialización.
De acuerdo con Fedesarrollo en el caso de Colombia existe un abismo de necesidades de consumo de energía intermedia y final que se deben llenar para salir de la trampa de ingreso medio y convertirse en una economía industrializada.
Las tecnologías de consumo intermedio y final de gas pueden reemplazar diversos usos más contaminantes sin pérdida de confiabilidad y en la mayoría de los casos, a menor costo. El gas natural se ha convertido en el combustible de mayor crecimiento proyectado a nivel mundial tanto en consumo intermedio como final, puede reemplazar paulatinamente al carbón y a los combustibles líquidos y es un insumo clave para la producción de productos petroquímicos.
En Colombia, el gas natural tiene la capacidad de proveer firmeza en generación eléctrica a costos bajos y con menores emisiones relativas que la generación con otros combustibles; apoyar una política agresiva de reemplazo y chatarrización de las flotas más antiguas de transporte urbano que consumen diésel, con amplios cobeneficios en reducción de material particulado.
Además, podría apoyar una política de eficiencia energética para usos térmicos directos e indirectos en distritos térmicos y con un foco en las pymes; estimular modelos de gestión de recursos energéticos descentralizados a través de microturbinas, para dar soluciones locales y de venta de excedentes en las redes eléctricas; desarrollar productos petroquímicos de alto valor agregado y demanda mundial, como la urea, por ejemplo y ayudar a reducir la pobreza y la vulnerabilidad energética.
Tecnologías más limpias pero rentables
Colombia debe abrazar las tecnologías más limpias que sean rentables con el propósito de aumentar el consumo de energía por habitante, debe adoptar una política de portafolio para desarrollar sus recursos energéticos, debe proclamar una política de apoyo al desarrollo del gas natural por las dos décadas siguientes, no debe deteriorar la capacidad productiva de las nuevas adiciones en capital en manufactura y equipos con tecnologías distantes de la frontera comercial en el lado de la demanda.
El país no debe desmantelar activos que provean servicios esenciales y cuyo reemplazo sería muy costoso por unidad de GEI removida, debe aumentar el fondeo para investigación y desarrollo en energía, debe estructurar fondos de financiación combinada para el lado de la demanda, puede innovar en modelos de negocios eléctricos y de atención de zonas no interconectadas, debe impulsar el aprovechamiento de la biomasa residual en los entornos rurales, y prepararse para la transición justa en regiones productoras de carbón térmico.