Columnistas | El Nuevo Siglo

Cuál mandato

 

El mundo periodístico es intocable. A pesar de que vivimos en una democracia ningún opinador y periodista es responsable por sus actos a pesar de que sean calumniosos e injuriosos. En esas estamos y el cuarto poder, de marras, ha venido arrodillando a la justicia.

Sin embargo, el titular de primera página de El Espectador al día siguiente de la marcha gubernamental por legitimar su proceso de paz me pareció, por decir lo menos, irrespetuoso.

1938

 

Recientemente  Ángela Merkelrecordó la  “complicidad de elites en llegada de Hitler al poder”. En 1938, la sociedad alemana guardó silencio. Un silencio que le costaría más adelante la II Guerra Mundial. La sociedad venezolana también guardó silencio y fue cómplice para el acenso de  Chávez al poder. Ahí está padeciendo las consecuencias.

Que arranque

 

La economía colombiana estrena motor con piezas e instalaciones exigidas hace no menos de 10 años. Su manual de acción, el Plan de Impulso a la Productividad y Empleo -PIPE-, es recibido con expectativa y esperanza, de reorientar sus proyecciones, y colocarla ojalá por fin, al servicio de todos los sectores sociales.

Las juiciosas inquietudes del Vicepresidente

 

De nuevo se pronunció el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, sobre el proceso de paz que el Gobierno colombiano adelanta en La Habana con las Farc. Echa de menos el alto funcionario más decisiones de la guerrilla que identifiquen un mensaje contundente sobre su voluntad de entendimiento y reconciliación.

No intervención

 

Algunos  critican al presidente Juan Manuel Santos y a la canciller María Ángela Holguín por haber reconocido, como lo hicieron, el triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones del 14 de abril.

Primó la santería antes que la razón

 

En Venezuela casi gana Henrique Capriles. El candidato de la oposición fue derrotado aparentemente, y recalco la palabra aparentemente, por solo un 1.5% de diferencia a favor de los seguidores de “San Hugo Chávez”, o del “pajarito silbador”.

La cizaña

 

A Juan Manuel Santos le tocó bailar con la más fea. Nunca ningún Presidente en ejercicio ha tenido un sirirí como el que se ganó con Uribe. Desde su posesión cuando anunció su gabinete, la furia de su antecesor no se hizo esperar. Los nombramientos de Vargas y Restrepo fueron interpretados poco menos que como una afrenta personal, mientras que la normalización de relaciones con Venezuela lo fue como una traición a su legado guerrerista.