Escalpelos en alto
Encendida la cámara vemos a un Adam sonriente que enhebra aguja e hilo para suturar el profundo corte abierto de su rodilla ante la mirada expectante de su gato. Puntada tras puntada, une los pedazos de carne viva que, dada su impericia en asuntos de quirófano, evolucionarán en una indeseable cicatriz. Al final, hace un nudo improvisado y corta el exceso de cuerda con una tijera. “No ha quedado mal” dice, mientras se incorpora, su accidente reciente ya es historia.