EL 25 de agosto de 1954 la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC) aprobó el voto femenino. Hoy, tras 70 años del histórico momento, persiste la brecha de desigualdad en la representación política de las mujeres en Colombia. Así lo reveló la Registraduría Nacional y el Consejo Nacional Electoral en su más reciente balance sobre la participación de las mujeres en el mapa del poder político local y regional para el periodo 2024-2027. (Ver gráfico).
EL NUEVO SIGLO hizo lo propio consultando a la Misión de Observación Electoral (MOE), expertos de la Universidad del Rosario y la Universidad Central, y a 10 congresistas mujeres de diversas bancadas.
Inicialmente, Alejandra Barrios, directora de la MOE, dijo a este Diario que, visto en perspectiva, 70 años es muy poco tiempo desde que se autorizó el voto de las mujeres. “Si bien se han logrado algunos avances, comparados con otros países de América Latina en términos de representación efectiva en cargos de elección popular, han sido unos avances menores. Apenas llegamos a un 20% en representación combinada de alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas”, aseveró.
Panorama
La MOE sostuvo que actualmente 87 mujeres hacen parte del Congreso de la República para el periodo 2022-2026. Esto representa el 30% del total de la Corporación y constituye un incremento del 10,3% de participación de mujeres en el Congreso, en comparación con el periodo 2018-2022. De esta manera, el cuatrienio 2022-2026 es en el que se han elegido el mayor número de mujeres congresistas en la historia del país.
A su turno, Yann Basset, director del Grupo de Estudios de la Democracia (DEMOS) de la Universidad del Rosario, sostuvo que el reconocimiento del derecho de voto a las mujeres en el país ha sido tardío.
Asimismo, Diana Oliveros, profesora investigadora de la Escuela de Comunicación Estratégica y Publicidad de la Universidad Central, doctora en antropología social y cultural, indicó que, aunque existe participación de la mujer en la política, esta ha sido invisibilizada.
La senadora Lorena Ríos, presidente de la Comisión legal para la Equidad de la Mujer, enfatizó que el balance, aunque lento, ha sido positivo. Por otro lado, la senadora Alexandra Vásquez destacó que la primera vez que las mujeres pudieron votar, fueron cerca de un millón ochocientas mil y actualmente son más de 20 millones que ejercen su derecho al voto.
Sin mujeres presidentes
Las senadoras Lorena Ríos, Alexandra Vásquez, Clara López, María Fernanda Cabal, Astrid Sánchez, Liliana Bitar, Andrea Padilla y las representantes Carolina Giraldo, Flora Perdomo y Martha Alfonso; consultadas por EL NUEVO SIGLO, coincidieron en varias razones por las que está aún no es una realidad en nuestro país.
Entre estos obstáculos, resaltan la violencia política hacia las mujeres, acoso, amenazas, descalificaciones, atentados, estereotipos, acceso difícil a recursos económicos para las mujeres candidatas. A esto se suman, advirtieron las congresistas, desconocimiento, un sistema patriarcal, posturas culturales y la composición del Congreso.
Un mundo machista
En la actualidad, diversas voces políticas y sociales aseguran que el machismo se ha convertido en una leyenda urbana, basándose en las iniciativas de equidad de género que han venido tomando fuerza en los últimos años. No obstante, esto opinaron al respecto los consultados por EL NUEVO SIGLO:
MOE: Los estereotipos y roles de género, han influido en la invisibilización de las mujeres y la inequidad de género en la esfera política. En la sociedad subsiste el estereotipo de la mujer como “cuidadora”, “sensible” y “poco competitiva”, lo cual refuerza la idea equivocada de que los hombres son los únicos capaces de hacer política. Lo anterior, permite concluir que el machismo no es cosa del pasado, contrario a esto, es la manifestación de una estructura patriarcal vigente, que hace presencia en la esfera pública colombiana y obstaculiza la participación y representación política de las mujeres dentro de ella.
Yann Basset: En Colombia, como en cualquier parte del mundo político, es un mundo particularmente machista cuyos valores son machistas, es un mundo de competencia, de lucha en el que se considera que se requieren valores asociados tradicionalmente a los hombres mucho más que a las mujeres.
Diana Oliveros: El machismo se sigue manteniendo tanto en las prácticas como en el soporte de las estructuras que obedecen a lógicas patriarcales. Las mujeres podemos apoyar las labores administrativas del hombre y existe un reconocimiento sobre la buena labor que hacemos, pero al momento de tomar decisiones, las mujeres nos presentamos débiles.
Senadora Lorena Ríos: No solo en la política, sino en la sociedad en general. Las que hacemos parte de estos espacios, estamos abriendo camino para impedir que estas conductas se normalicen y se perpetúen en los escenarios diferentes de gobierno.
Senadora Alexandra Vásquez: El machismo ha contaminado todas nuestras vidas, no solamente la política y lo hemos normalizado tanto que nos parece que no existiera. Pero es como una enfermedad silenciosa que no entendemos y no tratamos de hacerlo. Ser mujer en la política requiere de un trabajo duro y de vivir experiencias de violencia casi todos los días.
Senadora Clara López: Nada de leyenda. Está vivo y actuando. Hay que ver cómo en la Comisión Primera del Senado ni siquiera logramos que se discutan temas de igualdad de mujeres, como pasó con el Estatuto de Igualdad de Mujeres y Niñas que estando abierta la discusión ni siquiera se volvió a agendar.
Senadora María Fernanda Cabal: Se conserva aún la política machista en algunos departamentos de Colombia, pero cada vez menos y es una labor de la madre que es la que sobre todo está más tiempo con sus hijos de romper esa tradición tan perversa.
Senadora Astrid Sánchez: Persiste el machismo porque es algo cultural, arraigado a las sociedades latinoamericanas, pero a diferencia de décadas atrás, se ha dado la lucha porque se dejen de violar los derechos de las mujeres en su nombre, pero aún persisten en el imaginario colectivo de nuestras sociedades ideas machistas, sobre todo en algunas regiones.
Senadora Liliana Bitar: Definitivamente no es una leyenda, es un ente vivo que está presente en todas partes, la clave es aprender a identificar esos rasgos que lo caracterizan. Hoy podemos ver que el machismo está inserto en nuestra sociedad y en la política como un demonio de mil cabezas que a veces es difícil de reconocer porque es tan natural o habitual, que resulta inherente a las formas del quehacer en la política nacional y regional.
Senadora Andrea Padilla: Por supuesto que se mantiene. Se refleja de muchas formas: en el trato condescendiente y a veces irrespetuoso, en el encasillamiento en temas que se consideran propios de las mujeres, y en los gravísimos casos de acoso sexual que se vienen denunciando desde 2023.
Representante Carolina Giraldo: No es una leyenda urbana, desafortunadamente todavía persiste el machismo en la política colombiana. Esto es un asunto que obstaculiza la paridad de género porque se vuelve más difícil para las mujeres participar en política, además de otros desafíos que las mujeres debemos enfrentar como la violencia política, acceso a recursos económicos, estereotipos de género y la subrepresentación que todavía persiste en los cargos de liderazgo y nivel máximo decisorio para las mujeres.
Representante Flora Perdomo: Esta es una pregunta bastante dura, porque es algo que todas las mujeres que participamos de la política lo hemos sentido en algún momento, no solo en la política, sino en la sociedad en general. Nuestro trabajo como influenciadoras es transformar esos patrones y, lentamente ir abriendo camino para evitar que estas conductas se normalicen y perpetúen en la sociedad.
Representante Martha Alfonso: De ninguna manera es una leyenda urbana. El machismo en la política sigue siendo una realidad constante y demasiado cruel para las mujeres, la sobrecarga de responsabilidades éticas de cuidado sobre las mujeres, lo que se nos exige a las mujeres en el mundo de lo público a veces es casi que, desproporcionado para la vida de una mujer, que ya bastante difícil es hacer política y poder llegar a un escenario político, tanto de la función pública como los ejercicios de elección popular.