En el inventario de la flora acuática en zonas de esta región del país se encontraron 129 especies de 86 géneros y 40 familias, una muestra de la gran diversidad que alberga este ecosistema.

Esteros, bajos, canales abandonados, lagunas, lagunitas, madreviejas, pantanos y áreas de la llanura de inundación fueron los lugares en los que Andrés Vera Ospina, magíster en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional (U.N.), recolectó muestras de plantas acuáticas con la intención de caracterizar las comunidades de vegetación que se establecen en dichos ecosistemas.

“Saber qué tenemos es muy importante para determinar qué se debe conservar”, explica el investigador y añade que las plantas que crecen en los ambientes acuáticos forman parte de una serie de interacciones ecológicas en las que sirven como lugar de nidificación de aves, lugares de desove y guardería de peces y sitios en los que algunas especies de insectos cumplen sus ciclos de vida.

Por esta razón el investigador realizó un inventario de la amplia variedad de plantas acuáticas en lugares de la región orinoquense de Colombia clasificándolas en vegetación acuática de pantano, asociada con ambientes encharcados; vegetación acuática enraizada emergente, cuyas raíces están fijas al fondo del cuerpo de agua y órganos como hojas y flores fuera; vegetación acuática enraizada sumergida, que se desarrolla completamente bajo el agua, y vegetación flotante, que se desarrolla sobre la lámina de agua.

El estudio se realizó en localidades de Arauca, Casanare, Meta y las selvas transicionales del Vichada.

En la región del Alto Manacacías, en el Meta, se encontraron formaciones como la de Selaginella calceolata y Aciotis acuminifolia, conformadas por las comunidades de Eriocaulon melanocephalum y Aciotis acuminifolia; y la comunidad de Eriocaulon humboldtii y Aciotis acuminifolia, todas pertenecientes al hábito enraizado sumergido.

Otras comunidades encontradas fueron las de Cabomba furcata y Eriocaulon melanocephalum y la de Eleocharis confervoides y Mayaca fluviatilis, la vegetación acuática enraizada emergente que incluye a la comunidad de Ludwigia nervosa y Nymphoides indica; la vegetación de pantano que incluye a la comunidad de Leersia hexandra y Cyperus haspan y a la comunidad de Rhynchantera grandiflora e Hyptis conferta.

Estas son solo algunas de las 129 especies registradas por el investigador, en las que, a pesar de que predominan los nombres científicos, también se incluyen plantas acuáticas bien conocidas por la población de la zona, como el buchón o pato (Eichornia crassipes), la oreja de ratón (Salvinia auriculata) o la lechuga de agua (Pistia stratiotes).

Nutrir el inventario nacional

Los especímenes recolectados por el investigador, perteneciente a la línea de investigación en Biodiversidad y Conservación del Instituto de Ciencia Naturales (ICN) de la U.N., fueron prensados y etiquetados para ser determinados en la fase de gabinete en el Herbario Nacional Colombiano (COL), con la colaboración del doctor Orlando Rangel –director de la tesis– y los especialistas en flora tropical, los doctores Gerardo Aymard y Diego Giraldo Cañas, además del uso de claves y colecciones en línea.

El magíster señala que “hubo muy buenos registros que se obtuvieron para este tipo de flora. Se documentaron nuevos ejemplares para las diferentes localidades así como nuevos hábitos”.

Agrega que se encontraron casos como el de Aciotis acuminifolia, una especie perteneciente a la familia Melastomataceae, que presenta dos tipos de hábitos en diferentes localidades; enraizado sumergido, no reportado hasta el momento para esta especie, en el Meta, y de ribera o pantano para el Vichada.

Según el investigador, las flores de esta especie se encontraban sumergidas, lo que da a entender que la polinización de muchas especies de plantas no solo ocurre por las corrientes de aire o por los insectos, sino que el agua también se convierte en un medio de transporte para el polen.