“Estamos ante el declive de una grandeza”
La creencia de que seguimos haciendo en el año nuevo lo que hicimos en el último minuto del anterior parece científicamente verificable, ya que la mayoría de las personas continuamos viviendo como si estuviésemos medio borrachas.
En vano el secretario de las Naciones Unidas o la encíclica papal sobre la ecología, o los hechos mismos, intentan sacarnos de ese despiste y seguimos subsumidos en la inmediatez.
El cambio climático se trata a la par con el amorío de una actriz y un príncipe o una moda. Y no como la mayor amenaza que ha tenido nuestra especie.
Sin ribetes de profecía, este año aportará más horribles pruebas del asunto vital del planeta.
La otra tendencia de esa casi ignorada realidad, es la creciente concentración de la riqueza mundial en manos de ocho personas, el auge visceral del racismo, la discriminación y la xenofobia exacerbada contra los inmigrantes.
En cuanto al cambio climático, el prepotente más que poderoso Mr. Trump lo niega, aduciendo que el crudo invierno demuestra que ¡no existe! Al parecer nunca padeció los paradójicos escalofríos de un cuerpo enfermo con simultáneos fríos y calores, aun cuando alegó deficiencias de salud al no prestar el servicio militar. Si no lee, debería ver el film “El día después de mañana”.
La ocasional temperatura ambiente no equivale al cambio del clima global, ni lo determina, sino que es al revés. Las sequias del cono sur que afligen a Chile y Argentina, los incendios forestales en California, la continuada extinción de los conos nevados en Perú, las tormentas, las sequías africanas, no son ajenos a la destrucción de los glaciares de los polos sur y norte, aun si la delicada Tierra tiene a veces calenturas en un costado y frío en otro.
Es más fácil captar la atención de los simplones incautos diciéndoles que las nevadas serán más benignas si sube la temperatura total del cuerpo del planeta. Y que pronto revivirá su economía con la extracción de carbón.
Mr. Trump es un Nerón de la ecología, un demagogo que se nutre de la ignorancia etnocentrica del gran pueblo estadounidense . Ayudado a ello por CNN y demás noticieros que hicieron, en la campaña presidencial de cada vulgar acto suyo, noticia. Aun si lo critican, de hecho, dieron protagonismo a quien supo provocarlos y robarse la audiencia masiva y los votos.
CNN pretende ser imparcial, sin ser objetiva. Crea un universo económico alterno en el cual se habla de oferta, y no de la demanda de narcóticos. Como si media naranja fuese una naranja. Muestra a los países proveedores sin mencionar el peligroso auge de la adicción en la sociedad norteamericana. Cree que el resto del mundo los corrompió, la responsabilidad siempre les resulta ajena, es una especie de disfunción moral.
Estamos ante el declive de una grandeza, que se desmorona en cámara lenta. Es algo así como la inadvertida velada de un opulento Estado que muestra la chequera mientras pierde los valores angulares que otrora lo hicieron grande.