La entrega de armas va lenta. El Gobierno fue poco serio al no imponer un estimado de armas y unos mínimos que cumplir. En muchos municipios se rumora que hay varias caletas de armas. Los hallazgos del Ejército lo confirman. ¿Cuántas entregarán y cuántas quedarán como "seguro" para las Farc?
Si la entrega de armas está demorada, qué decir de la entrega del negocio de las drogas. Ni rutas, ni cultivos, ni socios han sido reportados. El país está inundado de cultivos ilícitos, cualquier intento de erradicación terminará en nuevas violencias y, para completar, será el discurso para legitimar a las Farc. Serán estas las que salgan -como ya lo han hecho- a oponerse a la erradicación "en defensa de los campesinos", en contra del gobierno. Claro que fueron las mismas Farc las que promovieron el crecimiento de los cultivos ilícitos, con el plan de luego hacer sentir al campesinado que su enemigo es el Estado (también estarán confiadas en que miles de millones de dólares les llenen las arcas para la política).
Y claro que van a hacer política. Hemos conocido las circunscripciones especiales que les han otorgado. Bloqueada la participación de otros partidos políticos, tienen la ventaja de diseñar nuevos departamentos que incluyen los municipios donde consideran que pueden consolidar las mayorías. Es una vergüenza que el grupo terrorista que atormentó esos ciudadanos ahora tenga la prerrogativa de diseñar los feudos electorales que les garanticen poder representar a quien no representan. Posar de líderes cuando han sido solo victimarios. Renunciar a la necesaria construcción de instituciones y de llevar al Estado hasta allá, solo para reconocer e institucionalizar el poder que las Farc construyeron a través del terror, las amenazas y el dinero de los cultivos ilícitos, sólo puede considerarse un retroceso.
Colombia no puede capitular ante los violentos. La andanada de ataques del ELN en medio del discurso de entrega del Gobierno es el primer resultado de la negociación con las Farc. Ya se sabe que todos los crímenes que cometan, sin importar su crueldad, serán amnistiados o, al menos, no serán castigados. Asesinan policías, secuestran civiles, amenazan, extorsionan, dinamitan los oleoductos y el Gobierno insiste en pagarles con todo tipo de beneficios para que cesen sus crímenes.
Así mismo, las bandas criminales asociadas al narcotráfico y a la minería ilegal crecen todos los días en el país. Se asocian con los políticos locales y corrompen no sólo las instituciones sino a los jóvenes, y hacen de los niños sus víctimas ideales. Esos negocios son las causas reales de la violencia, pues el dinero ilegal financia todos los poderes de la criminalidad.
Derrotar el crimen y conquistar la seguridad para los ciudadanos, el camino es la construcción de instituciones. Para ello se requiere la confianza en los poderes públicos y respeto por el Estado. Eso implica fe en la justicia y miedo a la justicia: saber que el Estado actuará frente al crimen, dando tranquilidad a la víctima y temor al victimario. En todo aquello vamos mal, muy mal.
Nota: lamentamos la muerte del General Bedoya, excelente militar y gran patriota. Extendemos nuestra solidaridad a su familia, amigos y a las Fuerzas Armadas.