Se le dijo a los pensionados que si se firmaba la paz les impondrían un 10% de impuesto para subvencionar guerrilleros. Dijeron a las sectas protestantes que las Farc preferían a los del LGBT sobre los heterosexuales. Al sector más pobre, que les quitarían el subsidio de Familias en Acción. En la costa y los Santanderes se aseguraron de espantar a la población diciéndoles que se cambiaría el modelo económico por el Castro-Chavista. El Gobierno elitista de Santos no supo o quiso replicar en forma.
El vicepresidente Vargas, en un hamletiano sí pero no, perdió en Cundinamarca en donde tiene a su propio gobernador. En Bogotá se notó su ausencia en el Sí y presencia en el No. Lo que se notó aún más es que ni esa facción burocrática, ni el partido liberal con el enfermizo Serpa hicieron el menor esfuerzo. En ese plebiscito crucial al no haber plata de por medio, dejaron el resultado al azar. Omitieron trasportar de las veredas a los pueblos a los votantes, cosa que hacen cuando se trata de curules.
A la clase media la extrema derecha o Centro Democrático le insistió que era infame el perdón a los asesinos, cuando el acuerdo precisamente tiene la peculiaridad de ser el primero del planeta en que la insurgencia admite pagar sentencias privativas de la libertad.
Pero el principal error del Gobierno fue comprimir una negociación complejísima, a un Sí o No, en plena inflación de precios, y con desprestigio.
Muchos votantes del No tienen linaje distinto al hirsuto extremismo. ¿Quizá la mayoría? Y no quieren cargar a su conciencia las víctimas que sobrevengan.
El senador Uribe tiene pavor a la justicia transicional que exige de los reos revelar la verdad de lo ocurrido. Y se opondrá a ella alegando altisonantes imperativos éticos Él, en común con Donald Trump, amenazan al prestigioso periódico New York Times con demandas por ser objetivo. Sí de él depende la paz, el asunto termina mal. Si de nuevo “tiene una encrucijada en el alma” recordemos que la última terminó en una violencia reelectoral contra la Constitución vía el cohecho según lo falló la Corte. El director de su campaña y pariente suyo, acaba de confesar esos embustes para acrecentar el pánico por el acuerdo. En fin tuvo un momento de sinceridad y ya fue purgado. Le ocurrió lo que decía Oscar Wilde: Si se dice la verdad lo más probable es que a uno lo pesquen tarde o temprano.