El caricaturista Thumor dice que la cruzada de Uribe y Ordóñez contra la corrupción es como una marcha de protesta contra la marihuana organizada por el adicto Bob Marley. Los culpables de esa época se están acogiendo a la justicia transicional, es de suponer que abarcará también a las multas de tránsito.
En el uribismo se nota un desinfle por las malversaciones de Reficar y Odebrecht. Ellos disculparon los asesinatos del régimen de su caudillo, llamándolos con eufemismo “falsos positivos”. Pero no han acogido con igual benevolencia los desfalcos, revelan una escala de valores con el dinero al mando y la desilusión es evidente.
Así les ocurrió a quienes disculparon el “desaparecimiento” de tres mil chilenos tras el golpe militar contra Salvador Allende. Los pinochetistas solo entraron en mutismo y desgano al descubrirse que el generalísimo tenía decenas de cuentas en dólares en diversos paraísos fiscales. Asesinos sí pero no ladrones, parece ser el argumento. Las propuestas de Allende se han mantenido aún, por la actual mandataria de Chile sin el temido fin de la civilización que pronosticaron los golpistas.
La última novedad es la del pariente del capo Pablo Escobar, que propuso el meme de revocar el proceso de paz si ese grupo llegaba al poder. Su jefe negó el infundio y el senador se retractó pero con ello pretendía crear una cortina de humo mediática respecto a Reficar y Odebrecht, escándalo que no ha sido encarado. La cortina de humo ya no funciona. Pasó la época de Pablo Escobar. Y la de la sustitución del Estado de Derecho por el de Opinión. Hay un nuevo país.
Si bien existe afinidad entre el caudillo criollo y el narciso Trump, no será suficiente para deshacer el alivio que ha producido el acuerdo de paz en La Habana con las Farc. El cese al fuego que algunos consideraron patrañas, y la entrega de armas que creyeron imposible. Los índices que muestran el radical descenso en muertes, voladuras, toma de pueblos, son omitidos minuciosamente por el mal llamado “Centro Democrático”. Se concentran en si el crecimiento de la economía es del 2%, para evitar notar lo obvio y sustancial de lo logrado a pesar de sus intentos de prolongar la guerra. El Centro Democrático es al centro y a la democracia, lo que el Cambio Radical es al cambio o a la radicalidad. Ambos nombres son un oxímoron, lejos de la pulcritud, de la mínima honradez, incluso en una época de principios laxos como la actual.