Noticias Caracol de la semana pasada publicó una nota donde daban cuenta de una estrategia novedosa, de parte del Ministro de la Defensa. Informaban que el señor ministro Guillermo Botero había citado algunos generales de la policía a un entrevista en su despacho, donde les preguntó por separado, -“me apoyo en la nota”- en qué argumentos se sustentan para aspirar a ser directores de la Policía Nacional.
El ejercicio llamó mucho la atención y varios sectores mostraron su complacencia por ser algo novedoso y muy práctico, pues sostienen que el ministro viniendo, de la empresa privada, donde las entrevistas y conductas de entrada tiene buen recibo y variada aplicación, bien puede pensar -el doctor Botero- que si va a trabajar cuatro años con un Director, éste debe ser de su entera confianza y conocimiento. Sin embargo tratándose de instituciones sustentadas en cadenas de mando y régimen especial, pienso que el mencionado ejercicio tiene costos dignos de analizar y debatir, con el sano propósito de evitar alteraciones en la organización, doctrina y filosofía policial. No olvidemos que es el Señor Presidente de la República quien escoge y nombra entre los generales, al Director, a quien personalmente comunica su decisión, al igual que lo hace con el saliente. Ese fuero nunca se ha delegado. Recomendable en el procedimiento ministerial no omitir el escalafón, donde se sustenta el orden de antigüedad de los hombres que componen la institución y rige la subordinación profesional, tan importante en el diario acontecer del servicio y la responsabilidad del mando.
Aventurémonos en algunos razonamientos. ¿Qué pasa si a la entrevista se llaman solo algunos mayores generales, porque la información hace referencia a oficiales de ese grado, y es lo lógico por la antigüedad que venimos invocando, los que en suerte pertenecimos a la institución, sabemos que el resto de Mayores Generales de entrada quedan descalificados, e ingresan a una etapa de provisionalidad? ¿Qué pasara con los entrevistados que no fueron considerados, no les queda otro camino diferente al retiro, situación que conduce a descapitalizar los mandos? A lo largo de la carrera las relaciones ente los oficiales, a más de cordiales son fraternales, compartiendo vicisitudes, alegrías y triunfos, tanto personales como institucionales. Esa familiaridad hace que al momento de ascensos y reconocimientos se acepte, de buen talante, las decisiones del mando porque se perciben nacidas de la experiencia, valoración y conocimiento que existe en los jefes. Esta sensible línea de subordinación puede ser violentada al crear rivalidades intangibles.
Por último, desde el momento que se manifieste la posibilidad de relevar al Director, éste queda interino, pues evoquemos que todos los actos y decisiones del señor Director tienen repercusiones futuras muy delicadas y un hombre conocedor de su pronto retiro pierde por lógica la motivación.