A principios de este mes el Banco de la República completó un año de reducciones en su tasa de interés con el objetivo de incentivar el consumo y abaratar el crédito para las familias. Sin embargo, la realidad para el bolsillo de los colombianos es otra; sigue siendo igual o más costoso que hace un año solicitar un crédito, sobretodo en la modalidad de consumo.
La situación es crítica. Nunca los hogares colombianos habían estado tan endeudados. Cuatro de cada diez pesos de su ingreso disponible se están gastando en pagar obligaciones, un nivel de endeudamiento comparable con la crisis hipotecaria de los años noventa. La situación se vuelve peor si se tiene en cuenta que la cartera de consumo y vivienda alcanzó los 184 billones de pesos, el equivalente al 20% del PIB, según la Superintendencia Financiera.
Con este panorama es entendible que los hogares no quieran consumir. La confianza del consumidor completa más de dos años en terreno negativo, a esto agreguémosle el golpe al poder adquisitivo que se tuvo con la entrada en vigor de la reforma tributaria de Santos que subió el IVA del 16% al 19%, y que la tasa de tributación efectiva de las empresas es excesiva, llegando a ser en algunos sectores de hasta el 70%.
Parece que las medidas técnicas de este gobierno en materia económica han sido inútiles. De nada sirve flexibilizar la política monetaria si no existe un ambiente de confianza y estabilidad que la inversión considera favorable.
Sorprende que los establecimientos de crédito reporten utilidades por más de 6.5 billones de pesos y las actividades de intermediación y servicios financieros se consolidan como uno de los sectores sobresalientes en materia económica del 2017; mientras los colombianos están asfixiados por las deudas y el comercio parece una contracción por la caída del consumo.
Los hogares colombianos están endeudados y con bajos salarios, y las empresas y comerciantes asfixiados por la carga tributaria. Hoy un año después del ciclo de política monetaria con rebaja de tasas ninguno de los actores del mercado ha logrado internalizarlas y mejorar el consumo y el gasto. La conclusión es clara: no basta con bajar el interés.
Se necesita un gobierno aliado que promueva la confianza y la seguridad para que el mercado y el consumo se recuperen. El Centro Democrático tiene la plena convicción y capacidad de llevarlo a cabo, bajando impuestos para generar un ambiente competitivo y subiendo salarios para devolverle la capacidad de consumo y ahorro a los hogares colombianos. Además para restablecer la confianza entre empresarios y trabajadores hoy cuestionada por los discursos de odio de clases. Además es necesario estructurar una estrategia conjunta con el sector financiero para que este vaya de la mano y flexibilice su posición frente al crédito, no se puede seguir tolerando un oligopolio. El trabajo más enérgico debe ser el de la formalización que avance en iniciar el ahorro pensional de los miles de compatriotas que no lo tienen.
Hoy nuestra economía más que decisiones técnicas necesita confianza y seguridad para retomar el rumbo de la senda de crecimiento que nuestra Colombia siempre ha merecido.