El 7 de agosto fue frio y lluvioso en Bogotá, y tan fuerte la ventisca que tumbó y rasgó las banderas colombianas durante la posesión presidencial. No puede verse principio alguno de causalidad entre lo uno y lo otro es lo que sostiene el positivismo científico tan aceptado en el siglo pasado, puede haber (o no) sincronía entre lo externo y el observador sostiene la teoría cuántica actual, aunque no sabemos cómo opera. Esto último en algo reivindica las visiones de lo que se llamaba con desprecio las mentes primitivas.
Cuando Napoleón fue a invadir a Rusia, su caballo (irónicamente el mismo que le había regalado el zar Alejandro) tropezó, y Bonaparte cayó de bruces. Les dijo a los asistentes que en el imperio romano eso habría sido tomado como mal augurio y habrían postergado la acción, pero que ya estaban en la edad de las luces. Fue el principio de su fin, y la destrucción de la gran armada. Esa invasión (junio 22 de 1812) como es natural fue estudiada con minucia por los militares en las diversas academias del mundo.
Adolfo Hitler procuró adelantar su propia invasión a Rusia varias semanas antes de esa nefasta fecha, pero diversas circunstancias en Yugoeslavia y Grecia se lo impidieron. Así pues, no pudo invadir sino justo el 22 de junio de 1941… curiosa coincidencia de dos desastres en una misma fecha como lo señala su mejor biógrafo, John Tolland. Ante la invasión al principio triunfante, y con el paso de las derrotas Stalin desesperado exigió una reunión con su nuevo aliado Churchill. Empezaron a mirar en el mapa los avances de los nazis en Rusia. El premier inglés le preguntó a Stalin en donde creía que podrían detener a Hitler. Stalin le señaló un punto peligrosamente cercano a Moscú. Churchill le insistió ¿y si no qué? Stalin le respondió que ahí lo detendrían “si Dios lo permitía”. Churchill sorprendido pidió al traductor que repitiera la respuesta y le repitió el, “si Dios quiere”. Tras la caída de la URSS (sin que mediara un tiro) se reveló que Stalin se volaba de noche a reunirse con los popes ortodoxos y pedir su bendición. Tras la fachada del iluminismo ateo, regresaba a su fe de seminarista ortodoxo. Similar iluminismo, por cierto, está de moda ahora en USA. Y no logra explicar cómo regímenes tecnológicamente muy avanzados pueden ser malvados, y desde luego no es por ignorancia oscurantista. El racionalismo no ha podido abordar el problema del mal.
Autores como Jung creen en sincronías, en la importancia de las coincidencias. Y físicos cuánticos como F. Capra sustentan la relación de ella con el Tao oriental. Openheimer el director constructor de la bomba atómica (quien además estudio sanscrito) citó el sagrado libro Bhagavad Gita cuando estalló la primera bomba atómica:” Me he convertido en Muerte, el destructor de mundos”. Ojalá que eso como las banderas rasgadas en nuestra patria no sean una premonición sino una simple coincidencia.