El Cognitariado es el sector creciente de nuevos trabajadores que manejan el conocimiento informático, cibernético. Manejan el “know how” sobre el cual se erige el estado moderno y la globalización mundial.
El Precariado lo constituyen millones de jóvenes del mundo que no tienen cobertura de pensión ni las seguridades sociales logradas por las luchas sindicales y el aumento de la consciencia social del último siglo. Estos dos sectores son afines entre sí o a veces son los mismos en distintos momentos de la vida y viven como quien dice “por su cuenta”. A diferencia del antiguo obrero su labor es oblicua, puede hacerse sin un lugar fijo y desde cualquier sitio en el que entre la Internet. No hacen parte del proletariado como lo concibió Marx cuando no había luz eléctrica. Los obreros constituyen ya una pequeña minoría de la sociedad.
La industria “dura” ha sido sustituida en importancia social por la informática fluida afín al sector financiero. Las grandes fortunas pasan de las industrias hacia ese nuevo entorno de las redes sociales tras la revolución de la internet. La importancia de la posesión física de los medios de producción fue sustituida por esos nuevos medios de información. Y en general el trabajo físico como forma de vida decrece más con los algoritmos robóticos que lo sustituirá (o podrá sustituirlo) en la próxima generación.
En cambio, el Cognitariado pesará más en el esquema de cosas. Será (o es) por ejemplo más independiente que los tradicionales tecnócratas que por lo regular se amoldan al sector financiero y al gobierno que les proporcionan empleo, así se han acostumbrado a no cuestionar la súper concentración de la riqueza. (8 personas son dueñas de la mitad de la riqueza mundial) y prudentemente no convierten esa atrocidad, en bandera visible. O incluso tratan de minimizar esa atrocidad mostrando elocuentes gráficas en las que se ve el avance relativo de la humanidad en los dos últimos siglos bajo el capitalismo, algo así como consolar a un paciente con dolor de muelas diciéndole que su tatarabuelo lo pasaba peor. Definitivamente la inteligencia pagada tiene ventajas, pero también, obvias limitaciones.
Mientras, el Precariado sufrirá la concentración brutal de la riqueza sin un horizonte que los ubique y les dé sentido. Los tacharan de “terroristas” como en las anti utopías de la ciencia ficción. Está visión triste es una opción posible, incluso probable, pero no una fatalidad cierta. Precisamente porque es predecible y podría evitarse.
La fuerza nueva, El Cognitariado, no está anclado a un país, a una empresa o partido. Conoce los tipos de dominación de masas vía la red, las triquiñuelas secretas de desinformación política dominantes.
Sus héroes son personas con agallas como Snowden o Assage perseguidos por el Reino Unido o Estados Unidos, como “terroristas” antipatriotas.
Ellos quizá no encabezaran una insurrección mundial, pero sí son parte de una revolución que se originó ya desde los años noventa con el fin de la URSS y la interconexión mundial.