Cuando David Barguil se posesionó como presidente del Directorio Nacional, hace pocos años, le dije: este no es tu punto de llegada, es tu punto de partida. Fue una premonición sustentada en la trayectoria admirable de un joven congresista que se hizo sentir desde cuando se juramentó como Representante. Ha hecho aprobar 15 leyes en beneficio de los pobres. Es la búsqueda de la dignidad humana, piedra angular del credo conservador. Pocos han entendido, como él, que en los regímenes democráticos la legitimidad de origen del cargo que se logra debe ser afianzada por la legitimidad del ejercicio.
La propuesta central de Barguil es el cambio en la educación, homenaje a su madre - maestra, de la que asimiló el valor de esa disciplina en el ascenso humano. Sin duda, si hay un arma eficaz contra la pobreza y la desigualdad es la Educación. Con ella se fortalece también a la familia, amenazada desde las Cortes judiciales.
Barguil está haciendo una campaña alegre y seria, al mismo tiempo. Ha recorrido el país de punta a punta y se le ve pleno de optimismo por la respuesta positiva de los colombianos a su candidatura.
En el Partido Conservador, que lo respalda, admira y acata, se ven muchas caras alegres. No es para menos, ante las banales e insólitas pugnas internas en los partidos y coaliciones, el Partido Conservador da ejemplo de responsabilidad y de unidad. Ante el creciente desorden nacional, el P.C. representa el orden en libertad. Cuando desde todos los flancos se atacan las instituciones democráticas, el P. C. se levanta en defensa de las Instituciones y la Democracia.
Cuando se promete el dinero fácil de las emisiones del Banco de Republica y, al mismo tiempo, se dejar enterrado nuestro petróleo para condenarnos a la pobreza, el P.C. recuerda que en los hombros de ilustres Conservadores (Junguito, Echeverry, Cárdenas) ha descansado la estabilidad macroeconómica de la Republica.
Desde las Presidencias Conservadoras de Belisario Betancur y Andrés Pastrana hemos transitado los caminos de la paz, siempre esquiva. Hoy la JEP, impuesta contra el voto del pueblo, condena a los héroes que rescataron de la mafia narcoguerrillera el Palacio de Justicia, mientras le abrió las puertas a la fuga de Santrich y Márquez, y no condena a los esclavistas y violentos que sembraron de sangre los campos de Colombia.
El Partido Conservador, como siempre en su historia, se mantiene firme al pie de la bandera y en la defensa de nuestras Fuerzas Armadas y de Policía. Cuando hoy se sostiene que el problema es el glifosato y no la coca, el P.C. sostiene que el mayor problema del país es la coca que alimenta todas las violencias e impide la paz. Por eso, hay que erradicarla, también con glifosato. Cuando el cambio climático amenaza nuestra existencia en la tierra, el P.C., con Misael Pastrana, fue el primero en señalar los males del planeta.
Cuando, contra el 68 % de la opinión ciudadana, se establece que la mujer pueda abortar hasta las 24 semanas de la concepción, el P.C. sostiene que él bebe concebido tiene derecho a su propio cuerpo, tiene derecho a vivir. “No estudiamos medicina para servir de verdugos”, dijo el ilustre médico, C. Valdivieso, presidente del Colegio Médico de Antioquia.
Hoy, cuando la inflación acrecienta la pobreza, recordamos que desde una Agenda Social para Colombia, el P.C. propuso el Banco de los Pobres, una opción para combatir la pobreza. Con el cambio de nombre, Banca de Oportunidades, se cambió la filosofía de nuestra propuesta y nos quedamos con la simple bancarización.
Tiene en sus manos David Barguil las banderas del Conservatismo Colombiano y las está enarbolando con prestancia moral, intelectual y política por los cielos de la patria. Esperamos su victoria.
P.S. El siglo XXI nos ha devuelto al pasado: pandemia y guerra mundial. Predicciones y esperanzas están siendo desgarradas por el Oso Ruso.