“Presidente tardó en reaccionar y lo hizo mal”
El respaldo de los gobernadores a la Alcaldesa de Bogotá por su urgente iniciativa contra el coronavirus indignó al Presidente. Pero fue su propia tardanza la que permitió la llegada de decenas de aviones durante varias semanas, con enfermos. A pesar de las advertencias de gobernadores y alcaldes. Ahora, sabio después de la omisión, puso como vocera a una ministra a aclarar que el Presidente es él. Esa segunda amiga del caudillo en ocupar el ministerio del Interior, es la encargada oficial de recordarnos esa luctuosa noticia.
Por lo pronto esos gobernadores y alcaldes pidieron que la alcaldesa los lidere, para no perturbar la modorra y el notorio desgano presidencial en prever nada. Para ellos, al parecer, debería colgarse un aviso ante La Casa de Nariño que dijera: Silencio, ejecutivo en reposo.
Pero no insistamos en lo de ejecutivo.
Esa dejadez es responsable del agravamiento de esta pandemia en Colombia, y de su rápido avance exponencial. No nos digamos mentiras. Él solo actuó cuando la Procuraduría amenazó investigar su negligencia, y su incurable abulia. Por entonces tenía en su agenda volver por Nueva York so capa de explicarle al Secretario de la ONU que aquí resulta normal el asesinato de las y los líderes sociales. O minimizar la cacería a mansalva de los exguerrilleros que se acogieron al acuerdo de paz.
La explicación que dio la Ministra consistió en asegurar ¡que lo normal es que aquí se ocasionen más asesinatos por el robo de celulares! Esa confesión, resalta por omisión las debilidades del régimen. No defiende, en ningún caso, la vida de los ciudadanos. Pero ella aun no capta su propia falta de sindéresis. Se disculpó más tarde por el disparate y luego, acto seguido, ¡se ratificó en lo dicho!
Por lo demás, es preciso aclararles a los empleados públicos, que cuando cometan un desafuero y se retracten no “pidan” disculpas. Es, al contrario, se ofrecen disculpas, faltaba más.
Noticieros internacionales de la seriedad de Deutsche Welle, subrayan la incompetencia presidencial del presidente Duque en esta crisis. Nosotros aspirábamos a que eso fuera un secreto local, una miseria privada por puro pundonor patriótico.
Pero en esa pausa, el señor Presidente se despertó y habló en voz recia. Se le ocurrió contradecir las instrucciones de la alcaldesa de Bogotá para detener la peste. Ante el furor desatado, despabiló y resignado a la lucidez ajena aceptó lo inevitable. En el pasado un procurador castigó a un alcalde por riesgos a la salubridad pública. En aras del equilibrio, el actual Procurador debería hacer algo ¿No?
La peste actual es un caso mucho más serio. Ha generado un miedo colectivo. Este Presidente tardó en reaccionar y lo hizo mal. Es él, el directo responsable por omisión, con el primer paciente cero. Difícil no indignarse ante este atropello del tercer gobierno del caudillo. Pero tarde es mejor que nunca. Y el acuerdo alcanzado con alcaldes y gobernadores, quizá detenga las consecuencias del grave contagio sufrido por el país.