“Acuerdo mejorado de paz se puede volver añicos”
El conflicto con las minorías étnicas del Cauca es endémico por los incumplimientos acumulados de parte de los sucesivos gobiernos. De nuevo han levantado en protesta y cortan el tránsito en sus regiones. El presidente Duque exige levantar el paro para dialogar sin tomar en cuenta esa serie de incumplimientos a las comunidades.
Da, una vez más, la impresión de que gobernar le queda grande, y debe esperar la seña del consueta para cumplir con un rol adventicio o que nunca le perteneció por mérito propio. En los momentos decisorios trata de oír lo que le sopla otro, y no pretende salirse del papel asignado por su director. Mientras que, en el exterior, y entre los diplomáticos que observan la función completa, resulta obvio que las investigaciones como Odebrecht y falsos positivos se disimulan para desviar la atención, con golpes contra los acuerdos de paz firmados en La Habana. Pacto que sacó a miles de hombres en armas de las selvas.
Quiere “mejorar” el acuerdo, dice. Revisará unilateralmente un pacto entre dos partes. Para hacer las mejoras, tiene de acomodador de asientos al actual fiscal que necesita de esta cortina de humo, de un festín de incisos, y efectos especiales de prensa para tapar sus propios cuestionamientos de parcialidad. Un personaje al que parece correrle un eclipse por las venas.
Las senadoras de su grupo político (es decir del grupo del senador Uribe) ligadas al Cauca son sin duda las más indicadas para apaciguar a estos amotinados indignados contra las promesas incumplidas. Una de ellas cita las consignas de neo-nazis criollos, y la otra propuso un apartheid racial para contener a los indígenas de ese departamento…
El encargado de la Casa de Nariño está afectando el prestigio internacional de Colombia, de ser país respetuoso del derecho internacional, de poseer una justicia independiente, de querer combatir en serio a la corrupción. Esta actitud viola de forma flagrante los acuerdos de transparencia acordados como miembros de la OCDE, y repercute sobre la seguridad jurídica, la estabilidad. La palabra a futuro del Estado y, desanima las inversiones. De nuevo los analistas se preguntan qué tan viable será la gobernabilidad colombiana ante la eventualidad de un reavivamiento del conflicto interno, conflicto que la extrema derecha niega que exista.
La dependencia presidencial de un consueta con una carga judicial tremenda en su pasado, hace ver cada una de sus decisiones en función de esa notoria coartada, para que las luces no se posen en él consueta.
Además, urge que sus colaboradores más cercanos se sometan a algún tipo de psico- análisis por incurrir, todavía hoy, en el triste lapsus de llamar al presidente con el apellido del mentor. Aun cuando, como dice Freud, ese lapsus revele siempre una verdad de fondo. Pero hay que por lo menos intentar disimular, pretender que se es un líder, y no una mampara, una mera cortina entre dos oscuros actos. Su acuerdo “mejorado” se puede volver añicos y el país también.