Bolívar escribió un ensayo en el que mostraba que donde había abundancia de oro se empobrecía la población. Lo consideraba una paradoja maldita, al menoscabarse la producción agrícola y artesanal Ese análisis sería el sino de su natal Venezuela. El oro negro, el petróleo en abundancia, haría descender la producción total, se degradó la ética del trabajo creando una mentalidad de rentistas a los que la liquidez (no la riqueza real) convirtió en simples consumidores en el último siglo. Les brotaba del suelo sin mayor esfuerzo. Así Venezuela tiene dos características, la otra es el caudillismo. Constituida en una Capitanía desde La Colonia, tuvo una mayor ascendencia militar que civil. Y los caudillos jugaban con esa facilidad consumidora para sobreponerse a las leyes.
El apego a la Constitución fue mayor en los Virreinatos establecidos en Quito, en Perú y en Santa Fe con una tradición civil más fuerte. Sin que esto sea una sobre determinación fatal, lo cierto es que hoy Venezuela con instituciones débiles se ha quedado sin los ingresos que facilitaron el caudillismo y, se le ha muerto el último caudillo.
Caudillo militar que en su momento intentó en vano apuntalar la industria y el agro. Y prolongó el fracaso de los demás partidos de los últimos 50 años cuyo lema de “sembrar el petróleo” no pasó de ser una frase retórica hueca.
La conjunción de la crisis petrolera mundial y la muerte de Hugo Chávez el caudillo, sacó a flote la grieta profunda que los observadores más lúcidos habían vaticinado como algo terrible. Al inicio del chavismo, cuando el petróleo había llegado casi a los 100 dólares el barril, el régimen logró disminuir las abismales brechas sociales que los partidos tradicionales Adeco y Copei habían soportado con resignación cristiana, a costa del sufrimiento popular. Sufrimiento algo mitigado por los subsidios, a falta de una producción agrícola e industrial propia. Y el caudillo en un ataque de euforia, retó a USA, recordándole que ellos les proveían el 14% del petróleo. Esta amenaza daría pie a que USA convirtiera en prioridad de la defensa nacional, la explotación más eficiente de sus propios recursos con tecnología de punta, y en pocos años bajaron el precio del barril.
La preocupación sincera de Chávez por el pueblo, sin un sustento productivo y sin un modelo económico viable, lleva ahora a que los índices de pobreza sobrepasen el 80% de la población. Sus cifras apenas superan a las de Haití. La desnutrición según la OMS afectará a los niños de la nueva generación, por no mencionar los índices de salud, y el resurgimiento de la malaria que Venezuela había extirpado, como pionera continental en la lucha contra el paludismo.
No sabemos cuántos venezolanos se han refugiado en Colombia, lo cierto es que unos 5 millones de nosotros fuimos acogidos en Venezuela desde mediados del siglo pasado. Y parece justo que ahora recibamos a los desterrados. Ese algo de fraternidad que Bolívar recomendó al final de sus días.