El presidente electo ha iniciado con pie derecho la exigente tarea de buscar soluciones al cúmulo de problemas que el país padece y que, en su mayoría, tienen origen en los continuos desaciertos que caracterizan la gestión del mandatario saliente. Y lo hace en el marco del amplio mandato que le confirieron los colombianos el 17 de junio de este año.
Ha entendido que se requiere la construcción de consensos amplios para corregir los desaciertos, pero también para impulsar las iniciativas que proyecten una visión renovada del país que nos permitan superar las dificultades que se enfrentan y los retos que se confrontan. Implica una mirada al pasado para corregir y una al futuro para construir.
Se ha comenzado con precisar las competencias y procedimientos de la Justicia Especial, para la Paz (JEP) para hacer claridad sobre los marcos y alcances de sus actuaciones e impedir sus ímpetus de Leviatán manifestados en sus primeras actuaciones. Aportar precisiones por vía constitucional y legislativa a los contenidos del acuerdo de paz descarta la pretendida obligatoriedad del acuerdo, que no rige per se, sino que se halla sujeto al imperio de la Constitución, como corresponde en un Estado Social de Derecho. La reciente aprobación por el Congreso del reglamento de la JEP así lo confirma y reitera la inexistencia de normas pétreas que pretendan limitar las funciones constituyentes y legislativas del Congreso. Esa decisión, en vez de hacer trizas el acuerdo, confirma que la JEP es el juez de los actores armados del conflicto pero respetando el tratamiento especial y diferenciado de ellos para favorecer la reconciliación.
Enmendar errores del pasado y construir políticas con alcances de futuro debe también acometerse para recuperar la seguridad que exigen los ciudadanos y para procurar la recuperación de la economía, el equilibrio de las finanzas públicas y estimular el crecimiento y productividad nacionales. Erradicar la corrupción permitirá un nuevo escenario para concretar las reformas del aparato institucional que el país reclama y que abarca, entre otras, la electoral, la salud, las pensiones y la justicia.
Enmendar y construir es también tarea imperativa en el ámbito de las relaciones internacionales. Debe aplicarse a Venezuela y a Nicaragua, con pretensiones que amenazan la soberanía y seguridad nacionales, a la erradicación de la coca para que no se vuelva a narcotizar la agenda de nuestras relaciones y a la priorización de los intereses nacionales que no se satisfacen con la pertenencia a Unasur.
Iván Duque sabe que todos los esfuerzos serán posibles y las metas alcanzables si se logra la presencia del Estado y el imperio de la ley en todo el territorio nacional. Ese es un logro transversal a la recuperación nacional.