Santos con los árabes
“Mensaje que sorprendió a la audiencia por su contenido”
DENTRO del marco del III Encuentro Cultural Colombo Árabe, realizado la semana pasada y promovido por la Fundación que preside doña Zuleima Slebi de Manzur, el presidente Juan Manuel Santos remitió a la congregación de levantinos concertada para esta particular cita, un mensaje que sorprendió a la audiencia, no solamente por la audacia del procedimiento sino por su contenido. El Primer Magistrado saludó a la comunidad colombo-árabe valiéndose de un mensaje video grabado en el que apareció magistralmente elocuente, él que suele tartamudear, en un lenguaje impecable, pero además explícito y sinceramente prometedor.
Una nutrida asistencia de árabes y descendientes de árabes en primera, segunda y hasta tercera generación, principalmente libaneses, sirios y palestinos, acudió al Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a la sesión inaugural, a la que asistieron, entre otras autoridades, la alcaldesa Clara López Obregón y la ministra de Cultura, Mariana Garcés Córdoba, pero la sorpresa fue la intervención del Presidente.
Maravilló a la concurrencia su confesión no pedida acerca de su aspiración a que la Asamblea General de las Naciones Unidas, próxima a reunirse el 20 de este mes, reconozca al Estado palestino. Y no podía ser de otra manera si se considera que ya se ha dicho y se sabe que EE.UU. vetará cualquier decisión que en ese sentido se apruebe. Amanecerá y veremos.
La alocución presidencial estuvo llena de reconocimientos al aporte árabe a la civilización de la humanidad y al aporte que ha hecho a la cultura colombiana desde los inicios de las migraciones del “Cercano Oriente”. Ojalá que sus reconocimientos y su deseo externado con tanta buena voluntad no se traduzcan en frases de cortesía. Pues, como dice su primo Francisco, Juan Manuel se voltea más que un desvelado.
De otra parte, debe destacarse que el evento sirvió de telón de boca para la presentación de dos aportes a la literatura colombo-árabe, los libros Historia de la mujer árabe en Colombia de Pilar Vargas y Marina Suaza y El odio no se escribe de Helen Fares de Libos, dos obras de impecable estilo y que recrean la simbiosis de las dos culturas y el aporte que ha hecho este fenómeno sociocultural al entorno nacional.
Como anillo al dedo, ahora que el legislador se ocupa de penalizar las discriminaciones, se celebra este evento que apunta de verdad a la integración de pueblos que necesitan reconocerse y deben reconocerse y respetarse para terminar para siempre con las segregaciones raciales que por razones seudo científicas se practicaron en el pasado. “La unión hace la fuerza y la comprensión hace la unión”, predica Helen de Libos. A estas horas en que regionalismos disfrazados para ocultar intereses económicos se aupan sobre la faz de la Tierra, llamar a la concordia de los pueblos es un sentimiento poético que se debe politizar para prevenir el holocausto que se avecina.