Hambre
“Explicación de técnicos o sabios no deja de ser irónica”
La polémica surgida con motivo de las críticas que el Vicepresidente ha hecho con respecto a los criterios que Planeación Nacional utiliza para medir el grado de pobreza de los colombianos invita, necesariamente, a tomar partido, pues el tema ha dado mucho de qué hablar, incluso para cuestionar la institución que encarna Angelino y rediviva por el constituyente de 1991, para reemplazar a la del Primer Designado. La Vicepresidencia es de ingrata recordación para Colombia, desde Francisco de Paula hasta don José Manuel Marroquín, ambos conspiradores desde su silla de segundos de a bordo.
No cabe duda de que el Vicepresidente tiene toda la razón y que, por más que se esfuerce Hernando José Gómez, director de Planeación Nacional, por demostrar que con $ 190.000 mensuales una persona sale de la pobreza, en cualquiera de sus grados, el ejercicio resulta irrito a la luz de la incontrastable realidad y que la explicación de los técnicos o sabios, por ilustrada que sea, no deja de ser ofensiva e irónica. A este respecto es válido el argumento de Erasmo de Rótterdam: “…Los sabios tienen dos lenguas, como lo recuerda el mismo Eurípides, una de las cuales dice la verdad, y la otra lo que según las circunstancias consideran oportuno. Ellos saben cambiar el negro en blanco y soplan con la misma boca el frío y el calor, porque hay una gran distancia entre lo que esconden en su interior y lo que fingen con sus palabras”. (El elogio de la locura).
Locura, sí, no de otra forma se puede explicar la alucinación de los economistas y estulticia de quienes intentan tapar el Sol con las manos para desmentir al Vice, dizque porque está desautorizando al Presidente. Y, claro, Juan Manuel le hace el juego con el eco a la protesta y reconviene a su compañero de fórmula para que conserve la disciplina, pero, por supuesto, sin llamarlo por su nombre, para no herir susceptibilidades. Cuánta razón le cabe a Erasmo en su elogio, al ocuparse de los aduladores que no son colaboradores honestos sino cómplices.
No se sabe si lo que padece el pueblo colombiano es hambre o hambruna, o tal vez las dos; para esclarecerlo no es necesario acudir a las estadísticas ni mucho menos valerse de tablas y sofisticados procedimientos; simplemente hay que ir al mercado, como lo alega el vice Garzón.
Knut Hamsun, 1859-1952, Nobel de Literatura en 1920, describe en su más leída obra, Hambre, a un personaje anónimo, que en su miserable existencia insatisfecha de todas las necesidades termina perdiendo la razón, pues no entiende la justificación de su miseria. Eso les ocurre a los pobres de Colombia cuando se les dice que no se afanen que el ingreso “per cápita” en el país es muy alto a pesar de que sostenemos la mayor desigualdad en América Latina. ¡Cordura doctor Santos, cordura!