El panorama del mercado laboral para los jóvenes es desalentador. Mientras el desempleo nacional es del 10.8%, el de jóvenes entre los 14 y 28 años llega al 17.7% según el DANE. Esto, con el agravante de que más del 48% de los jóvenes ocupados son trabajadores por cuenta propia, no cuentan con remuneración fija, son empleados domésticos o hacen labores de jornal.
Según un estudio de la Universidad del Rosario, el país tiene más de 580.000 jóvenes que no están estudiando, ni trabajando ni buscando empleo; los “ninis”. El 80% de ellos, pertenecen a los estratos más bajos y apenas uno de cada cinco alcanzó un título profesional.
Esta población que debiera ser la esperanza del futuro es presa fácil para bandas criminales, involucradas en microtráfico, atraco y con una creciente dependencia al consumo de drogas.
Con este sombrío panorama se hace más importaste resaltar que el 73% de la población colombiana es menor de 45 años. Se requieren acciones urgentes que abran oportunidades para los jóvenes.
Iniciativas como las que se adelantaron en el gobierno de Uribe han demostrado ser eficaces. La ley del primer empleo y formalización laboral tuvo impactos significativos en el mercado laboral y empresarial del país. Desde su implementación, ha permitido que empresas formalmente constituidas contraten a jóvenes menores de 28 años o personas vulnerables como madres cabeza de hogar y reinsertados, a cambio de beneficios tributarios.
El martes pasado, nuestro candidato Iván Duque asistió al programa “El país de los jóvenes” donde demostró que su plan de gobierno está orientado a crear las condiciones para ofrecer empleo y apoyo al emprendimiento, cuyo impacto será especialmente visible para los jóvenes.
La generación de empleo formal es la mejor política social. Por eso la apuesta del gobierno de Iván Duque es bajar impuestos y subir el salario mínimo para conquistar la de la armonía entre el trabajador y el empleador, y las empresas y el Gobierno. Una muy distinta a la de la lucha de clases que promueven los falsos profetas de la igualdad.
Esto se complementará con un ambicioso plan de formalización laboral, donde se reduzcan trámites, se bajen costos de formalización y el Estado sea un aliado del sector privado.
Además debemos crear un ambiente que propicie la generación de nuevas empresas y el crecimiento de las existentes. Se debe pensar en un régimen de transición, para que quienes vienen de la informalidad y el Sisben no pierdan beneficios mientras consolidan la permanencia laboral. Es el momento de que el emprendimiento sea el motor de desarrollo económico y productivo de nuestro país.
Necesitamos jóvenes mejor preparados y que los más pobres puedan a la educación superior. Lo vamos a lograr aumentando el acceso a la universidad gratuita y adelantando una reforma al Icetex para eliminar barreras al financiamiento de la educación.
Necesitamos cambiar la idea de que solo los programas sociales superan la pobreza y la iniquidad. Es el crecimiento económico el principal motor de transformación. Un sector privado pujante genera empleo, paga impuestos, crea riqueza. La labor del gobierno como aliado del sector privado beneficia a la sociedad en su conjunto. Y las políticas sociales que se pueden costear con esos impuestos deben están enfocadas en insertar en la vida productiva a quienes están por fuera del sistema. Generar riqueza es la única manera de superar la pobreza. La equidad se conquista cuando las políticas de redistribución permiten y fomentan el crecimiento económico.
Pensar en el largo plazo de Colombia es pensar en el equilibrio de la sostenibilidad del crecimiento económico, con nuestro gran patrimonio ambiental y el bienestar social. Esa es la apuesta.