Guerrilla de adagios
La institución de la Vicepresidencia se ha venido agotando en virtud de la carencia de un estatuto que la regule, le fije funciones y, de una vez por todas, le haga entender al signado y al país entero, que sus funciones empiezan cuando haya ausencia temporal o definitiva del titular.
Por ello, desde que se estableció hemos observado conatos de deslealtades, desconfianzas e infidelidades, que han amenazado la estabilidad del Estado.
Acabamos de asistir a una guerrilla de adagios y reclamos que, de no haber sido por el equilibrio, la mesura y la sensatez del Jefe de Estado y la comprensión e intelección del vice Garzón, viviríamos hoy un conflicto político de grandes proporciones.
La defensa del cargo como “gato patas arriba”, la mostrada de colmillos, el “lavado de ropa en casa” y demás adagios, pasaron por fortuna a un segundo plano tras “fumarse la pipa de la paz” y reparar el “circuito roto”.
La situación de nuestro país, sumido en los grandes problemas que hemos heredado, con una pobreza extrema, que no se puede remediar con 190.000 pesos mensuales, como valientemente lo señaló el Vice, nos obliga a aunar esfuerzos para impulsar las locomotoras de la prosperidad democrática que hacen parte del programa Santos.
No podemos perder el tiempo reclamando la paternidad de los 9 millones de votos, ni desgastando la institución de la Vicepresidencia. Pero sí vale la pena fijar con claridad las funciones de quien debe reemplazar al Presidente, por ausencias totales o parciales, y evitar la ocurrencia de situaciones enojosas, incómodas y mortificantes. Los vices deben entender que su aparición en la vida pública, política y de gestión, empieza cuando se presente una situación extrema, que a ello obligue.
Los reclamos del vice Garzón son justificables, pero sus apreciaciones deben ventilarse dentro del Gobierno. Claro que, a juzgar por lo que se publicó, parece que todo lo que se discute y debate en un Consejo de Ministros, se filtra. Hay que proscribir estos hábitos y manías, y establecer sanciones ejemplares para los responsables.
Por lo pronto, “punto en boca” para evitar nuevos roces que rompan la armonía que tanto necesitamos.
Blanco. La feliz llegada a sus noventa años del entrañable amigo e inigualable periodista José Salgar. “Mono”, acompáñanos muchísimos años más.
Negro. ¿Qué, quién, o quiénes impedirán que los billonarios contratos nacionales adjudicados a los Nule se investiguen?