El escenario político experimenta importantes cambios que para varias generaciones son percibidos como inéditos. En efecto, desde el plebiscito de 1957 hasta finales del siglo pasado, la política colombiana estuvo marcada por un singular arreglo constitucional que, en vez de albergar partido de gobierno y de oposición, consolidó un esquema de colaboración con paridad incluida y dio vida a un comportamiento político llamado “lentejismo” que permitía la oposición de sectores de uno de los dos partidos tradicionales sin que ello afectara la colaboración de la mayoría del partido concernido.
Esa práctica debilitó a los partidos conservador y liberal que tuvieron que afrontar los retos de la Anapo y del MRL y, después de la Constitución del 91, el surgimiento de nuevos partidos y movimientos que fueron minando el bipartidismo, ensañado en sus rencillas internas, corroído por un clientelismo exacerbado, y “ciego, sordo y mudo” frente a los peligros que confrontaba. Surgieron la izquierda y varios desprendimientos de los partidos tradicionales sin provocar cambios sustanciales en un contexto dominado por un voraz clientelismo y una corrupción rampante.
Las elecciones del pasado 17 de junio muestran un reagrupamiento de fuerzas que permite distinguir entre las que acompañan al nuevo Presidente y las que ejercerán la oposición, y que revela claras orientaciones ideológicas encontradas. La conformación del gabinete responderá a las necesidades de eficiencia y credibilidad del Ejecutivo, con la inclusión paritaria de mujeres, la incorporación de una nueva generación con mayores habilidades tecnológicas y la presencia de figuras experimentadas, conocedoras del Estado y versadas en la política, entendida en la mejor acepción de la palabra y de su práctica. Al momento de escribir esta nota los tres primeros nombramientos, Hacienda, Interior y Agricultura, confirman con creces esos criterios.
La oposición tiene ya su Estatuto. Los partidos que se declaren como tal tendrán en materia de financiación, de acceso a los medios, de garantía de réplica, de participación en mesas directivas del Congreso y en la Comisión de Relaciones Exteriores, derechos protegidos para el desarrollo de su accionar en virtud de los cuales la Organización Electoral puede adoptar medidas cautelares, restaurativas e imponer multas a personas naturales o jurídicas.
El gobierno empieza con la mira puesta en el desarrollo y bienestar de la nación. La oposición dividida por egos incompatibles muestras caras y estrategias que se antojan irreconciliables. Los que intentan moderar sus expresiones serán seguramente avasallados por la profesión del odio que Petro pretende llevar a plazas y calles del país, denominándola resistencia contra una supuesta tiranía que provoca una emergencia humanitaria, construida en su imaginario delirante, y que desbordará las otras expresiones de la oposición.
Ecuanimidad y firmeza serán necesarias para asegurar la paz y tranquilidad de Colombia.