“Gobierno, ¿impotente ante corrupción?”
DURANTE la actual limbática administración se ha archivado en el Congreso uno de las promesas centrales contra la corrupción. La ministra del ramo, reconocida amiga del expresidente Uribe, dijo que ella hizo lo posible para salvar el asunto. Pero fracasó. Es decir, ante propios y extranjeros, dejó la imagen de un gobierno impotente ante la corrupción. Contra el parecer de una votación de once millones de colombianos que clamaron por la trasparencia y el combate contra la impunidad, ha vencido el encubrimiento. Y con su orondo fracaso han vencido quienes maniobran a tras mano, diciendo “yo no fui” o “la mesa técnica hizo lo posible”, en fin, de escudar su inoperancia en un comité para esquivar responsabilidades. Habría que nombrar de ministra a la inteligente mesa, sin más.
Por primera vez en la memoria de la República, el ministro de las finanzas tiene que tratar de demostrar ante el respetable público que él en verdad es una persona honrada, lo que inexorablemente sugiere ante ese mismo público que quien se excusa se acusa. Y esto ante la enormidad de los retos a los que está abocado el país en decisiones macroeconómicas.
Según un viejo chiste bogotano, había un alienado mental que tenía la manía de romper vidrios. No se podía contener. Fue encerrado varias veces. Y luego de unos años le preguntó una médica siquiatra qué haría si lo soltaban del asilo. Respondió que se iría a casa, se engalanaría y luego invitaría a su novia a cine. La siquiatra le repreguntó ¿y luego? Él contestó que le meteré la mano bajo su falda y le quitaré la liga. La siquiatra supuso que estaba curado, pero por curiosidad le insistió ¿y luego qué harás? El muy serio le dijo, con esa liga hago una cauchera y ¡rompo vidrios! Alguien ha propuesto la reelección presidencial en el Senado ¿Quién será?
Otra indecisión del gobierno se refiere al modelo de desarrollo. Si se seguirá o no una política de exportaciones e importaciones, tal como se acordó con la afortunada y difícil entrada de Colombia a la OCDE. O si nos bajaremos del bus. Una indecisión en este caso es de suyo una decisión de hecho y por omisión.
Bogotá vota ostensiblemente contra su actual burgomaestre que representa a los constructores. Su gestión hundió al candidato presidencial que tenía de aliado, y robusteció la oposición al actual presidente quien ha perdido a la capital de ocho millones de personas. Ese Alcalde es tan tóxico que quienes querían revocar su mandato, desistieron. Manifestaron que les servía más mantenerlo sentado inmóvil en su poltrona para que desde allí su ineptitud se hiciera manifiesta. ¡Lo quieren como visible bandera de ineptitud! Sus amigos en el Congreso quieren con una maniobra prolongarle, empero, su periodo de gobierno. Creen que esas maniobras tácticas no comprometen a la democracia a largo plazo. Que otra burla a las instituciones no crea precedentes que algún día la oposición puede utilizar en su contra.