La misión internacional de expertos conformada por la OMS, acaba de entregar su informe sobre los orígenes de la pandemia que todos padecemos, sin lograr resultados concretos que expliquen la aparición del virus y contribuyan a su erradicación. A decir verdad, no se esperaba mucho de las conclusiones de la misión en razón del elevado escepticismo que afecta a la OMS, considerada una institución ineficiente y politizada, y en virtud de la cantidad de condiciones exigidas por la China cuya satisfacción fue necesaria para la concesión del permiso de ingreso a su territorio. Las conclusiones del informe confirmaron con creces estas percepciones, como que en ellas no se determinó el origen del virus, que sigue siendo un misterio, solo se formularon hipótesis y sugerencias que poco o nada responden al objeto de su misión, y únicamente se afirma la ausencia de pruebas que indiquen que el virus se propagó en China antes del diciembre de 2019. El libreto completo del gobierno de Xi Jin Ping.
La incertidumbre sigue reinando y se ve potenciada por la incapacidad de afrontar la pandemia con una estrategia común que sustituya la estéril y costosa pretensión de conjurarla con iniciativas propias y circunscritas a las fronteras de cada estado. Esa es una opción destinada al fracaso porque se limita a la protección de las poblaciones de cada nación y estimula la insolidaridad y egoísmo de los más ricos, sin entender que el virus y las variedades de sus mutaciones desconocen las fronteras y encuentran en esa falencia terreno propicio a su circulación y contaminación. Por otra parte, no se puede ignorar que las variantes del virus pueden afectar la eficacia de las vacunas disponibles, todas de carácter experimental, y predecir situaciones apocalípticas imposibles de evitar con la estrechez de espíritu de visiones reducidas a los contextos nacionales Estaríamos ad portas de convertir la covid-19 en una enfermedad endémica con presencia en todo el orbe y en todo momento. Por ello, el principal reto es el de acelerar la producción de vacunas que respondan a las mutaciones del virus y garantizar que lleguen hasta el más recóndito lugar de la tierra.
Todo ello exige una concertación global y una disposición indeclinable para asegurar que cada persona tenga acceso a las vacunas en condiciones de igualdad y oportunidad. Aún el controvertido director de la OMS es consciente de que nos encontramos al borde de una hecatombe humana y moral si llegasen a prevalecer los intereses de unos sobre la vida de todos. El tiempo apremia para que varias generaciones no sean las víctimas de la ceguera e inconciencia de los gobernantes de hoy. Si se vence a la pandemia un nuevo mundo podría abrirse paso, más consciente de que ninguno escapará a los efectos de la irracionalidad en la conservación de la especie humana.
En Colombia ojalá el reto del covid-19 no sea el teatro de una Insensata controversia política-electoral que afecte la vida y el futuro de los colombianos.