Maduro, no por tartufo deja de ser peligroso”
La situación de Venezuela fue tema importante en la Asamblea General de la ONU, no solamente por la trágica condición que padece su ciudadanía, sino también por el carácter de la cleptocracia en el poder que hoy amenaza la paz en el hemisferio. Maduro, Diosdado y todo el círculo que los rodea, saben muy bien que la pérdida del poder les significaría responder por sus delitos de lesa humanidad, sus violaciones sistemáticas a los derechos humanos y el desplazamiento forzado de millones de venezolanos obligados a errar por todo el continente en procura de su vida y subsistencia.
Maduro, no por tartufo deja de ser peligroso. Valiéndose de su arsenal militar, del silencio de la izquierda ante sus desmanes y del interés estratégico de Rusia y China, hoy prácticamente dueños de las reservas petroleras venezolanas, multiplica sus provocaciones con la esperanza de provocar incidentes armados que sirvan de cortina de humo para esconder la atroz victimización de los hermanos venezolanos.
El presidente Duque, su canciller y la diplomacia colombiana han venido desplegando una intensa actividad con el objeto de construir consensos que alejen el peligro del belicismo y permitan el regreso de la democracia en el vecino país. El discurso del presidente en Naciones Unidas, sus claros mensajes, sus reuniones con los presidentes y primeros ministros americanos y europeos han elevado la tragedia venezolana y su solución a la condición de prioridad política. El canciller colombiano ha desplegado intensos esfuerzos para convocar la solidaridad mundial en torno a los desafíos que plantea la migración del pueblo de Venezuela, principalmente a Colombia y los demás países limítrofes con la hermana Venezuela, y ha encontrado solidaridad internacional. Y el embajador ante la OEA, Alejandro Ordoñez logró para Colombia la sede de la Asamblea General de la Organización a celebrarse el año entrante.
Ese esfuerzo diplomático encuentra en la OEA el escenario propicio, no solamente porque el mantenimiento de la paz, la defensa de la democracia y la protección de los derechos humanos constituyen sus indeclinables propósitos, sino también porque cuenta con instrumentos idóneos, como la Carta Democrática, cuya aplicación será fuente de revitalización de una Organización que ha servido bien a la solidaridad y fraternidad continentales. Esa es una de la importantes tareas confiadas por el presidente al embajador Ordóñez y que éste cumplirá amparado en sus personales atributos de jurista, sus convicciones democráticas y su apego a la paz entre las naciones del hemisferio.
El presidente Duque ha asumido el liderazgo en la solución pacífica de la situación que confronta Venezuela y que para Colombia es obligación nacida de la fraternidad y de la vocación pacífica que nos inspira. Esos son motivos de esperanza.