JUAN DIEGO BECERRA PLATÍN | El Nuevo Siglo
Sábado, 17 de Septiembre de 2011

Las maravillas del tiempo


“Garantía de libertad, aunque la culpabilidad sea evidente”


AÚN  me es difícil entender que la defensa de un derecho termine siendo la puerta de salida para montones de implicados en delitos en nuestro país.
Decir simplemente que un señor que se ha robado miles de millones de pesos sale a la calle porque el sistema no alcanzó a realizar el procedimiento para juzgarlo es triste, sobre todo cuando esa plata salió de los impuestos de nosotros y hubiesen servido por lo menos para hacer colegios o acueductos en cualquier esquina de nuestro país.


Pero no. La verdad es que el sistema en pos de la defensa de derechos dejó una puerta abierta para que los implicados en cientos de delitos se aprovechasen de él. De repente, la estrategia no es controvertir las pruebas de culpabilidad sino extender el proceso, dilatarlo. Simplemente hacer que el tiempo no sea suficiente y termina siendo una garantía de libertad, aunque la culpabilidad sea más que evidente.


Y entonces las víctimas terminan siendo nuevamente victimizadas. Ya no sólo por el delincuente, sino por el sistema que al final termina haciendo prevalecer los derechos del victimario sobre la víctima. Y nos lavamos las manos diciendo que ya en los crímenes de lesa humanidad no hay prescripción, como si eso fuese garantía de algo. Como si robarse la plata de un hospital no fuese tan miserable como cualquier delito contra la integridad de una persona.


Y aun así buscamos que este país algún día termine siendo el paraíso de la reconciliación, como si fuese suficiente hacer un show mediático para meter a alguien a la cárcel para terminar liberándolo meses después con la cabeza gacha y la impunidad en las manos. Y quedan libres los que han hecho que nuestro país siga en la senda de la desigualdad, en los alarmantes niveles de los países más pobres del mundo y los colombianos tenemos que hacerles una venia.


Entonces el caso se repite todos los días como si fuese aún más común que llevarlos a la cárcel. Y aún nos preguntamos por qué los niveles de corrupción han llegado hasta el punto en el que estamos hoy.


Delinquir hoy no tiene consecuencias, sobre todo en los altos niveles del Estado. Mientras tanto seguimos en las mismas, esperando que algún día los malos dejen de ser malos por un milagro, porque acá en la tierra no hemos hecho nada al menos para que teman hacerlo.
juanego18@gmail.com