Ha cumplido 65 años este mes y justo en el día internacional de la libertad de prensa. Sus programas culturales son los mejores que se pueden obtener por TV, en contraste con los noticieros que se benefician de los satélites para diseminar su peculiar localismo al resto del planeta como ocurre a menudo con CNN, que ventila su parroquialismo a todo el globo.
La DW tiene un bagaje cultural evidente que eleva lo regional a lo universal, mientras prolonga una tradición milenaria notoriamente degradada en USA.
Alemania es hoy el sustento del alma europea con esa atención por lo universal, que la hace cosmopolita.
En un pesado invierno en Múnich, hospedado en casa de un profesor de música de esa universidad, el colega daba clases ¡de música salsa! Era una autoridad en esa materia. Alguien tocó a la puerta en plena nevada, se trataba de un diplomático enviado por Fidel Castro, los cubanos sabían que el profesor tenía discos ya inconseguibles de viejos sones de la isla y le pedían permiso para grabarlos…
Por supuesto el profesor había visitado Cali, la costa caribe como la del Pacífico. Procuré embromarlo cuando me habló del Grupo Niche, diciéndole que prefería el de Schopenhauer.
Alemania es hoy la voz cantante del viejo mundo, y a diferencia de los aliados que la derrotaron en la última guerra, sufrió el nazismo desde su propia entraña y por consiguiente al parecer (así lo creo) quedó vacunado contra él.
Y eso lo notan los extranjeros que recorren hoy sus calles y se topan con la autoridad gentil de la policía, en contraste con el indiferente gendarme suizo, el farolero flic francés, el indolente agente italiano o el a veces poco amable policía estadounidense. Para no hacer la descortés comparación con nuestra más inmediata semejanza que es algo más problemático y depende del claro azar.
La Deutsche Welle cuando cubre casos de narcotráfico no teme hablar de la responsabilidad de los países consumidores, mientras la CNN o incluso la BBC omiten minuciosamente tocar las insaciables ñatas que, como vértices golosos, han sostenido la violencia paramilitar, guerrillera o mafiosa al sur de Río Grande desde su derrota en Vietnam. Tropas que regresaron aún más adictas que cuando invadieron. Desde entonces los estadounidenses prohíben y aspiran. El televidente latinoamericano recibe esa propaganda disfrazada de noticia, y se siente a sí mismo como el responsable de esa adicción hedonista ajena. Incluso la elevamos a categoría de acción en detrimento de la ecología del planeta. En contraste, la Deutsche Welle no nos engaña. Y no calla, ni disimula los problemas como la concentración de la riqueza, las injusticias sociales sean estas de gobiernos de izquierda, derecha o centro del espectro político. Salta a los ojos, se nota, que no es solo un consorcio calculando dividendos mientras posa de objetividad o de veracidad desapasionada. Es una gran conciencia vigilante en medio de un océano de desinformación. Es en verdad un feliz cumpleaños.