Avaló en 1979 al Frente Sandinista contra la tiranía de los Somoza, de Nicaragua, y acaba de expulsar, por lo mismo, a la familia Ortega disfrazada de socialista. Ahora, esa poderosa Internacional apoya al congreso venezolano contra la dictadura chavista, y reconoce a Guaidó como presidente encargado.
Así, delimita campos entre el caudillismo rapaz sostenido por la fuerza bruta y, el ideal socialista que se adhiere a la libertad de protesta pública sin masacres, a la libertad de expresión, elecciones libres con veeduría internacional, autonomía del Banco Central, independencia entre los poderes, respeto a las minorías.
Tras el desastre soviético se libera del estalinismo que consideraba esas garantías legales como “formalidades burguesas”. Y entiende que el imperialismo también puede ser chino y ruso, no solo gringo.
En Uruguay y Chile, los socialistas y la derecha han alternado el poder, como debe ser. Y llegará a ocurrir incluso en la conservadora Colombia. Mientras que el caudillismo en su modalidad más corrupta se ha dado en Argentina y en Venezuela con careta socialista.
En el caso argentino, el peronismo tuvo origen de talante fascista afín a Mussolini, Hitler y Franco. Pronto se dio a la ambigüedad, tal como ocurrió en Italia en la que Mussolini fue al inicio un socialista elogiado por el propio Lenin. Por no mencionar el nacional-socialismo alemán. Ambos ismos con sus raíces teóricas en Hegel, que inspiró a esas dos titanomaquias de simetrías monstruosas. Ambas perdieron el atractivo de toda utopía en el siglo pasado. Pero quedan secuelas.
El militarismo caudillista en Venezuela es como la implosión de la URSS en miniatura. Tiene menos soldados que Colombia y diez veces más generales. ¿Qué significa esto?
De ser un foco de atracción de emigrantes, quebró en veinte años a más de medio millón de empresas. Expulsó por hambre a la décima parte de su población. Sus generales administran el control de la moneda (ignoran la necesaria autonomía del Banco Central, así: inflación de un millón % anual), el petróleo: no repararon los oleoductos, y reparten los cupos de importación de alimentos, politizaron su entrega así mantienen un apoyo político forzado por el estómago, Tienen 40mil cubanos de policías políticos, pero hablan de autonomía. Y muy orondos se declaran “socialistas bolivarianos”.
La internacional socialista ha rechazado esas disculpas que culpan al imperialismo gringo de los fracasos de las revoluciones que se dicen antiimperialistas. Que no encaran con honradez su incapacidad y se convierten como régimen en el problema mismo. En suma, empobrecieron al pueblo.
Esa internacional con sensatez no quiso echarse ese bacalao en los hombros de su historia. Conoce la monstruosidad de lo ocurrido y la lesión fatal para la palabra “socialismo”, si lo hace.
Venezuela dejó de ser satélite del imperio norteamericano para pedir ser vasallo del chino y del ruso que es un capitalismo más atroz, pero sin tradición democrática. Y los préstamos solicitados a esos dos imperios son mucho más onerosos que los obtenibles por el FMI o el Banco Mundial.