No fue tarea fácil la de poner fin a 17 años de permanente escrutinio de la CPI con su observación preliminar relativa a la comisión de crímenes de guerra en el marco del conflicto armado suscitado por la subversión de las Farc, después acrecentado por el Eln, el M-19 y por los contingentes contrainsurgentes que ellos provocaron.
El país sufrió los estragos de una violencia desatada que puso en entredicho la viabilidad del Estado y de sus instituciones, para cuya salvaguarda se realizaron esfuerzos, adherir al Estatuto de Roma y a la aceptación de la jurisdicción de la CPI de carácter subsidiario. Resultaba difícil prever la creciente influencia que sobre la burocracia de los organismos internacionales adquirirían las onegés de reconocido sesgo ideológico y permanente activismo político, con los que ejercieron preponderante influencia en la CPI y en su Fiscalía.
La elección del nuevo Fiscal de la CPI refleja un cambio significativo en esa tendencia que permitió, mediante el ponderado examen presentado por la Agencia de Defensa Jurídica del Estado sobre los trabajos de los organismos de la Justicia colombiana y sus alcances, poner fin a la observación preliminar y la suscripción de un acuerdo de cooperación con la CPI, útil para construir esa paz que nos ha sido esquiva. A la JEP le corresponderá cumplir con aportes que hasta hoy no se han traducido sino en los desatinos en los casos de Santrich e Iván Márquez, y sin resultados en materia de verdad, justicia reparación y no repetición. Ello explica la reacción del oráculo Vivanco que no dudó en calificar la decisión de “equivocada, injustificada y contraproducente”, y de sentenciar que “el daño está hecho”, porque se les ha despojado de esa maléfica influencia que les permitía mantener al estado colombiano bajo la amenaza permanente de una espada de Damocles que ellos pretendían accionar a su antojo.
El presidente de la JEP interpela groseramente al presidente Duque:” presidente para usted la JEP no existe”; curiosa manera de invocar el apoyo para el cumplimiento de las competencias de la JEP que, además. acompaña de amenaza:.” cualquier actuación o cambio en las condiciones actuales o cualquier obstáculo que se presente al trabajo de la JEP, inmediatamente traerá la intervención de la CPI”. Y agrega, “probablemente ya no mediante la continuación del examen preliminar, sino de una investigación formal”,
La JEP debe tener conciencia de que en caso de no cumplir con sus funciones puede ser reformada y perfeccionada. Existe en virtud del acto legislativo que la incorporó a la Constitución y puede ser reformada y mejorada por esa misma vía. Conviene que atienda las conclusiones de la Procuraduría que “cuestiona y considera problemática la manera como se les exigió a los comparecientes la aceptación de responsabilidad por parte de la JEP, en la que solo reconocen la responsabilidad de la organización”, y señala que “hubo escasa prevención, control, seguimiento y sanciones para quienes incurrieron en conductas como violencia sexual, tortura, trabajos forzados, despojos, desapariciones forzadas, secuestros, muchos de los cuales aún permanecen en la indefinición”.