La recuperación económica está siendo más lenta de lo esperado. Muestra de ello, es que hace unos días el DANE reveló que, en el primer trimestre de este año, nuestra economía se expandió apenas un 2.2% anual. La cifra resulta preocupante por varias cosas.
La primera tiene que ver con el pobre desempeño que muestran los sectores de construcción e industria, ambos considerados estratégicos por este gobierno. Sorprende que las millonarias inversiones que se hicieron en estos sectores no los hayan posicionado como los protagonistas del crecimiento, sino como los responsables de las contracciones.
El sector construcción tuvo una caída del 8.2%, una contracción que no se veía desde hace 8 años. El dato contrasta con las inversiones realizadas por Invías en los últimos 7 años que superan los 25 billones de pesos, o las hechas por el Ministerio de Vivienda, que solo en el último año alcanzaron los 1.6 billones.
Por otra parte, el sector de industria, que ocupa a más al 12% del mercado laboral, registró una contracción preocupante del 1.2%. Incluidas las variaciones negativas en subsectores como el de la industria metalúrgica y la textil. Todo un aparato productivo estancado.
Otra preocupación es que el crecimiento de este año dependerá, en gran medida, de lo que ocurra con los precios internacionales de petróleo. Inclusive, buenos precios del petróleo servirían apenas para alcanzar el crecimiento promedio de la región.
Pareciera entonces, que después de la caída de los precios de las materias primas no se corrigió nada. No hubo avances en materia de competitividad ni de productividad. Inclusive hubo retrocesos. Este año el país perdió 4 puestos en el ranking mundial de competitividad del Instituto para el Desarrollo de la Gerencia. Nuevamente altos impuestos y burocracia son las razones que perjudican el ambiente para hacer negocios en Colombia.
Finalmente, preocupa lo que ocurre con la inversión. Los retos que tenemos para lograr encarar una senda de recuperación económica son intensos. En el último trimestre la formación de capital bruto se contrajo el 3.9%. Empresas, gobierno y hogares están invirtiendo menos.
La situación, a la luz de centros de pensamiento como ANIF, se traduce en que el apalancamiento requerido para regresar al crecimiento potencial del 3% debe ser mayor al actual.
A estas alturas, inclusive las decisiones técnicas, como la reducción de tasas del Banco de la República, ya parecen saturadas. La caída en las tasas no se traducido en un incremento significativo del consumo de los hogares que apenas subió 2.5%. El 2018 difícilmente será el año de la recuperación acelerada, está será más bien lenta y dependiente.
Que los sectores de inversión sean los que más están siendo golpeados y la lenta transmisión de las decisiones técnicas, son muestra de la poca confianza que se está teniendo en nuestra economía.
Ante este escenario, Colombia necesita un gobierno que apriete el gasto fiscal y que no lo expanda con promesas irresponsables. Que reduzca la evasión tributaria, nos haga más competitivos y aumente la inversión, y que no la espante con un discurso expropiador y de odio de clases. Se necesita diversificar la canasta exportadora con apuestas productivas nuevas y estratégicas, pero sin estigmatizar las actuales. Nuestra economía necesita un gobierno de Iván Duque.