“Dejar atrás la herencia funesta”
2019 será un año marcado por la incertidumbre. Son muchas las incógnitas que se acumulan y pocas las previsiones que sobre ellas se ciernen.
En octubre tendrán lugar elecciones regionales en medio de un desprestigio creciente de partidos y movimientos que no convocan a la ciudadanía ni responden a sus expectativas. Su crepúsculo provocará la aparición de nuevas fuerzas que fragmentarán el escenario de la política y dificultarán la gobernabilidad, sin lograr escapar a la percepción de su transitoriedad. Es la irrupción de lo efímero en la política con todos los peligros que ello encarna.
El aumento de los cultivos de coca empodera al narcotráfico que siembra terror y muerte en los territorios desprovistos de presencia del Estado y extiende su amenaza a los centros urbanos. La seguridad ciudadana declina y la justicia tarda en llegar con el consiguiente sentimiento de desprotección que se apodera del ciudadano. La paz sigue siendo esquiva y las instituciones creadas para apacentarla y asegurar verdad, reparación y garantías de no repetición, se empantanaron en actividades que no generan la confianza que las tareas encomendadas exigen. El Eln persiste en su actividad terrorista que algunos creen mitigar con apaciguamientos innecesarios que solo acrecentarán sus acciones criminales.
La crisis de Venezuela, de desenlace aún impredecible, plantea para Colombia desafíos cuya resolución requiere del ejercicio de un liderazgo que oriente los esfuerzos de la comunidad internacional para poner fin a la crisis política y humanitaria desatada por la dictadura criminal de Maduro y sus secuaces. Flaco favor al regreso a la democracia del país hermano hacen quienes insisten en propagar la especie de una intervención militar en Venezuela, movidos por el sentimiento de solidaridad con el socialismo del siglo XXI. Los venezolanos conquistarán su libertad por sí mismos, guiados por su presidente interino. La entrega de la ayuda humanitaria de la comunidad internacional marcará el punto de inflexión, porque oponerse violentamente a ella obligará a la desobediencia del ejército y pondrá fin al régimen oprobioso sostenido desde la Habana.
Las políticas del gobierno Duque apuntan a dar repuestas acertadas a los retos que se confrontan. Su firmeza frente al terrorismo, la ejecución exitosa de sus programas de erradicación de cultivos ilícitos, su convocatoria a un Pacto por Colombia que congregue las fuerzas políticas alrededor de paz, seguridad, equidad y desarrollo, y su acertado liderazgo en el regreso de la democracia en Venezuela, afianzan la confianza de los colombianos en su futuro y en la consolidación de las políticas y soluciones que necesita el país, conforme al mandato que le fue conferido por la mayoría de los colombianos. Es la superación de una herencia funesta y un feliz reencuentro con sus electores.