“Lo bueno, el fervor auténtico con visita del Papa. Lo malo, los huracanes”
El más fuerte huracán registrado en el Caribe, desde que hay registros. En cuestión de 17 días llegan dos ciclones de magnitud cuatro a Estados Unidos, también cosa no vista antes. Su gobierno niega el cambio climático. Ignora la relación científica entre calor en el océano y probabilidad mayor de huracanes. Igual, causantes del narcotráfico, aumentan el consumo y culpan a terceros. Viven en un universo alterno, se mantienen en negación de algo evidente. Ahora conmemoran el acto terrorista del 11 de septiembre, que tampoco provino de la nada, y qué como el clima y la droga, seguirá gravitando sobre la realidad del mundo, aunque sus causas lejanas se les escapen.
En Colombia la visita papal dio una inflexión en el estado de ánimo respecto a la terminación de la guerra interior. El mensaje de paz de Francisco, magnificado por su autoridad moral, dado en el momento histórico justo, causo el mayor impacto de visita previa alguna. La respuesta popular de jóvenes, en especial jóvenes, que aguardaron durante horas sus palabras, es algo inusual que vale la pena sopesar.
Colombia mostró una madurez emocional ajena a la cursilería o al fanatismo. Había fervor auténtico. No es un sentimiento de mera curiosidad.
Las pocas voces de oposición al papa o a su visita provinieron de personas como el ex procurador Ordóñez, reductos añejos de la secta Lefebrista ya extinta. Para la cual todos los papas posteriores al Concilio Vaticano II son espurios. Afirman que es un gasto suntuario mejor invertido en los pobres, sin señalar los ingresos producto del mismo. Pero al margen de estos promotores del odio, fue la notoria ausencia de ellos ante una presencia moral como es Francisco. Pareció acto de mezquindad. Como la Casa Blanca, ellos pretenden el cambio, pero no les gusta cambiar.
En contraste, impresiona la carta del exjefe guerrillero Timochenko al papa pidiendo perdón, lo compara nada menos que con San Francisco de Asís. Carta que aun si no fuese sincera, al menos no es tan inoportuna.
La guerrilla del ELN, con influencia del clero radical de los años sesenta, aceleró acercamientos con el gobierno Santos. Consideró propicio el momento, consciente de que no le será posible con un mandatario de extrema derecha.
Los narcotraficantes del golfo de Urabá buscan entregarse a la justicia aprovechando la conjunción de circunstancias.
Si el país logra sumar esas fuerzas para la legalidad, la sinergia resultante se hará sentir en breve como un dinamo, un verdadero motor de desarrollo. Esas son las señales exteriores de la visita, el impacto político, digamos. Pero el cambio interior que es el más difícil de obtener, y el más valioso, solo se notara con el tiempo.
Aquí los abogados defensores de magistrados corruptos han sostenido “que la moral no existe”, no pueden entender a la política como una extensión de la moral. Y en este septiembre es aún difícil evaluar, medir, el impacto del sentimiento íntimo de millones de personas en un devenir social renovado.