“De las inundaciones en EU al escándalo judicial en Colombia”
Giran en torno al huracán Harvey con las lluvias más altas registradas en USA. Bajo un gobierno que niega el cambio climático. Y que en su sabiduría, se retiró del acuerdo mundial de París, alegando que esa ciudad no quedaba en Estados Unidos.
Otro tópico, la solución al viejo conflicto con Corea del Norte, que se iba a arreglar fácilmente si Trump retaba al dictador de allá.
Pero los problemas del clima y de la historia tienen un tiempo telúrico que no concuerda con la rapidez del reality show que enfrasca y captura a la masa norteamericana, como en un fatal holograma virtual.
Los ritmos lentos de la historia y de la geología son inmunes al afán o a las respuestas políticas fáciles. Y cuando se manifiestan revelan que las estructuras sociales son a menudo parte del problema mismo. Y no de su solución. Es lo que ocurre en Colombia con la administración de justicia cuando se revela que no es la solución a la corrupción endémica sino uno de sus motores.
El Fiscal general por ejemplo nombró como fiscal “anticorrupción” (ese es el irónico título) a un sujeto que creó o participó en una suerte de asociación para delinquir que compromete a los altos magistrados. La justicia nacional no operó, antes bien lo propició, la tardía denuncia nos llegó de fuera. Algo similar ocurrió con Odebrecht, la información llegó del exterior. Cuando sucedió, el Fiscal general fue cuestionado por el senador Robledo y el fiscal, al inicio, protestó su inocencia y últimamente se ha prudenciado. Y la denuncia continua gravitando en la opinión.
Y el problema sistémico continuó vigente: la administración de justicia es lerda, inoperante, cuando no completamente corrupta según parece. Y lo parece y así lo revelan las encuestas de credibilidad institucional. La grieta sobresale gracias a la abertura de la economía que permite veedurías internacionales que sobre vigilan los comportamientos de los capitales, los contratos públicos, el tráfico de influencias para lograrlos. El futuro de país que busca unirse al OCDE no puede convivir con ese anacronismo irresuelto que es la administración de justicia, en donde es normal que la impunidad alcance proporciones de más del 80%, o que un pleito civil de acción ciudadana que afecta a miles de persona tarde veinticinco o más años en fallarse.
El tópico de Odebrecht y otros desfalcos hace que la campaña presidencial gire en torno a la anticorrupción. Así “Cambio Radical” cuya única radicalidad fue la corrupción entre sus filas, optó por cambiar el rotulo evocando las novelas victorianas del “amor que no puede decir su nombre” refiriéndose, claro está, a la amorosa mordida del fisco. Ahora ha revelado su verdadera intención y único propósito con nombre y apellido propio. Ha mostrado la cara pero mirando hacia adelante sin atreverse a recordar nada.
El otro tópico que gravitara es la paz con las Farc que algunos no quieren aceptar como lo más importante que ha ocurrido en el ultimo siglo.