El llamado reciente a la conformación de una amplia baraja de precandidatos a la presidencia de la República ilustra bien las incertidumbres y desafíos que marcarán un proceso inédito, muy diferente a los que se vivieron en pasadas coyunturas. Hoy, no solamente se exige respuesta certera a la imprevisible y costosa pandemia que afecta a toda la humanidad, sino que también se confrontan pesadas herencias que dificultan las respuestas transformadoras que demandan sociedades impacientes en la procura de nuevos horizontes.
Todo ello demanda nuevas visiones y estrategias que apenas se perciben, pero que determinarán para bien o para mal el futuro del país, y explican la elaboración de nuevos temarios y la configuración de las etapas del proceso y de las reagrupaciones de las fuerzas sociales y políticas y sus expresiones partidistas. La confrontación se dará, no solamente en los temas de urgencia manifiesta, como la vacunación y reactivación económica, o el flagelo de la corrupción, o las amenazas crecientes a la seguridad ciudadana y nacional, o la ausencia de control del Estado de todo el territorio y su monopolio de la fuerza legítima, o el desarrollo regional y las autonomías requeridas, sino que también estará inscrita en un tinglado global de choques de culturas y civilizaciones a las que parece imposible escapar.
Difícil será reducir el escenario a conceptos de un pasado que expira, como los de izquierda, centro y derecha, o a personalizaciones en nombres de líderes políticos, por importante que sean, porque hoy dificultan los acuerdos para dar solución a las urgencias presentes y con ello debilitan la identificación y comprensión de los cambios que asoman.
Esta parece ser la tendencia que prevalece en la nómina y propósitos de los que asoman a candidatos a la primera magistratura, con excepción de Colombia Humana que insiste en caudillismo y populismo como instrumentos de campaña y de gobierno. El Conservatismo acaba de sumar cinco nombres a la lista ya conocida del Centro Democrático, a la de importantes exgobernadores y exalcaldes voceros de regiones del país, al nombre de la directora del partido de la U, elenco que podría verse acrecentado por otras postulaciones que reforzarían el carácter nacional de su presentación y enriquecerían la calidad de la oferta programática que resulte de su proceso de escogencia. Por su parte, la Alianza Verde, sectores disidentes del liberalismo y el excandidato Sergio Fajardo, exploran mecanismo de escogencia de su candidato y trabajan en la elaboración de una plataforma común.
Estas circunstancias indican el acertado comienzo de un proceso democrático de escogencia de candidatos, representantes de vastos sectores de opinión, que aporta legitimidad y libertad al certamen electoral, que tendrá que confrontar y superar las amenazas que se ciernen por la intromisión disruptiva por parte de organizaciones políticas internacionales como de estados hemisféricos, unidos por intereses ideológicos que pretenden universalizar. Es la amenaza naciente de un Estado Global con una ideología global y un gobierno de igual naturaleza que responde a una utopía en el pasado derrotada, pero no extinta.