Se rumora, no sin razón, que Nicolás Maduro, en el mayor de los secretos, busca un lugar donde pueda refugiarse, en caso de que las cosas en Venezuela empeoren, aún más de lo que están.
El tirano venezolano quiere hallar un país que le de tranquilidad y garantías. Dicen que el presidente-dictador ya ha consultado con abogados internacionalistas para saber qué países no tienen tratado de extradición con Estados Unidos o con los países de la Unión Europea. Correr la misma suerte del dictador panameño Antonio Noriega lo aterra.
Hoy, el hombre duro de Venezuela sabe que sí tiene que salir de Venezuela, luego de haberla arruinado y casi destrozado con su desgobierno y estupidez, tendrá que hacerlo hacia un lugar donde su permanencia quede blindada, donde los extensos brazos de la justicia internacional no lo puedan alcanzar.
Como bien se sabe, “el que la debe la teme”, y ya son muchos los muertos que Maduro lleva a sus espaldas. Sólo en los últimos 60 días de marchas en su contra van 60 venezolanos asesinados en las calles por atreverse a protestar contra el hambre y la miseria a que su gobierno los ha sometido.
Tarde o temprano, él y sus acólitos tendrán que responder por sus crímenes. El pueblo venezolano demandará justicia y la comunidad internacional será garante de que esta se cumpla.
Así las cosas, el momento de su huida parece estar cada día más cerca. Ya hasta los propios chavistas de pura cepa, esos abanderados de la Revolución Bolivariana, los que creían en los ideales de Hugo Chávez, se han hastiado de ver los desmanes cometidos contra el pueblo por él supuesto heredero del caudillo. No son pocos los que están horrorizados al presenciar la escasez de comida y medicamentos que sufre hoy el país y por la brutal represión y abuso de poder del gobierno de Maduro. ¿Qué pasó con la rica Venezuela de otros tiempos?
Recientemente hemos visto a importantes chavistas, como la Fiscal General, Luisa Ortega, el excanciller Luis Alfonso Dávila, el exministro de interior Miguel Rodríguez, la exdefensora del pueblo Maripili Hernández y muchos más, denunciar, aun poniendo en peligro su integridad personal y su libertad, los desmanes de la guardia civil y la policía y los continuos exabruptos de Maduro.
Se agrietan las bases del chavismo. Para muchos los logros de la Revolución, el legado de Chávez, ha sido destruido por Maduro. El Presidente-dictador, es un traidor de la causa. El pueblo no resiste más y la historia condenará los hechos quitándole brillo a su ídolo. Por eso, a ellos como guardianes de ese legado les corresponde denunciar los hechos.
También es un hecho que, como lo ha dicho el jefe de la oposición, Henrique Capriles, en entrevista a la revista Semana, “dentro de las Fuerzas Armadas hay una completa división. Muchísimos militares están en desacuerdo con el gobierno, por la represión y por la ruptura del orden constitucional”. Igualmente Capriles asegura, que hay más de 80 militares presos por su oposición.
Hoy, Maduro es denunciado por miembros de su propio partido, el ejército, la comunidad internacional y 76 por ciento de la agobiada población que demanda elecciones inmediatas.
No es una mala idea que rápidamente busque un buen escondedero. Yo recomiendo a su buen amigo Irán, país sin tratado de extradición con sus enemigos. Desde allí podrá ver a Venezuela recuperarse de su nefasto gobierno.