MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Domingo, 18 de Septiembre de 2011

La Justicia y el Mindefensa

“Por ahora renquea en la época de la Colonia”

La  Justicia colombiana está en crisis. Los pleitos civiles pueden demorar veinte o más años. Los jueces no cumplen los términos, no hay afán. Los fallos por tutela son los únicos expeditivos. Salvan vidas. Son el recurso de una gente desesperada para que funcione el aparato paquidérmico del Estado en asuntos urgentes como la salud. Entonces, ¡hay quien quiere acabar con la tutela! Que el pueblo aguante, los jueces ni se mosquean. Sí, hay que reformar a la Justicia. Que se abra siquiera al siglo XIX, pues por ahora renquea en la época de la Colonia. En esta era electrónica de masas, el delito adquiere proporciones industriales. No son crímenes encarables por Agatha Christie o el inspector Poirot, son mega-tendencias delincuenciales las que predominan.

Los negocios se mueven a ritmo vertiginoso. ¿Cómo es posible que una sentencia civil tarde entre cinco años y un cuarto de siglo? Algunos abogados instruyen a sus hijos abogados para actuar en ese lejano futuro. Saben que no verán el fin del pleito. Los magistrados no se sienten obligados a trabajar en serio. No tienen juez inspector que los ronde. Es el caso del Tribunal de Cundinamarca, que tiene hace 15 años, más o menos, una acción popular por el pago de “lo no debido” a UPAC. Esa acción popular es una figura que se suponía agilizaría la acción de la Justicia. Miles de perjudicados han quedado viendo un chispero, mientras los lerdos magistrados hacen ovillos.

El Gobierno anterior tuvo todo en la mano para haber reformado la Justicia. Pero en su afán de reelección optó por sobornar al Congreso vía oferta de notarías; así las cosas, le quedaba algo indecoroso al mismo tiempo reformar a la Rama Judicial. Ahora el gobierno Santos parece logrará una reforma que lleve al dinosaurio al siglo XIX. No hay que pedirle más. Ya eso sería un gran salto y la propia Rama Judicial está de acuerdo. Si ello supone darle 5% del Presupuesto, hay que hacerlo. Pero exigirle cumplimiento de términos, celeridad, eficacia.

El problema delincuencial se encara mejor con eficiencia punitiva. Y esa ruptura a la impunidad es preferible a penas kilométricas teóricas. Genera más resultados, como decía Alfonso Reyes Echandía. En lo civil ocurre lo propio. Resarcir veinte años más tarde al perjudicado, no es “hacer justicia”. Si más de 7% va a las Fuerzas Armadas es justo proporcionar 5% a la Justicia. Con esas condiciones. En cuanto al nuevo Ministro de Defensa, hay que notar su prudencia al decir que “nuestra generación” puede llegar a ver la paz. Es un contraste con la ministra de Guerra del gobierno Uribe que aseguraba que en dos años habría roto la columna vertebral a las guerrillas. Amaneció y no vimos. Pero esa clase de promesas ambientaron la ilegítima reelección. Nos salvó de la tiranía precisamente el histórico fallo de febrero de 2010. En el último período de Uribe se embolató algo equivalente a un Presupuesto Nacional. De modo que no es excesivo reformar la Justicia. De todos modos es mejor reformarla a través del Congreso y
consultando con ella, que chuzándola o insultándola, como otrora.

Es mejor no prometer que un problema sistémico como la violencia agraria se va a solucionar a bala en dos años. No señores, a pesar de anacronismos, estamos en la segunda década del siglo XXI.