Trump en Arabia Saudita con más de medio centenar de mandatarios de corte autocrático, de súbito descubre que el Islam es una religión respetable. Los intereses geopolíticos de EU son los mismos, pero ahora no menciona la democracia ni los derechos humanos, para no incomodarlos.
Hoy Satán es otro: es Irán, fiel aliado cuando la gobernaba el incondicional Sha. Aclaro esto en especial para los amigos de la extrema derecha, que siempre están al lado del bien.
Ya “el eje del mal” de la era Bush se ha desplazado. Y orondos los Estados Unidos de nuevo encabezan el bien, no obstante los horrores de ese maniqueísmo. La apuesta de Trump busca con esta satanización ganarse el común denominador religioso del islamismo Sunnita de los asistentes en Riad, cuyo enemigo acérrimo son los Chiitas, mayoritarios en Irán. Quién además es potencia petrolera. Parece que él reniega de la cauta política de Obama y subestima la influencia de esa antigua Persia en la estrategia global.
A corto plazo esa satanización suscita ya una cómoda mayoría entre sus clientes de armamentos. EU busca también acuerdos con la mayoría Sunnita para superar el conflicto con Palestina. Vale decir, implementar la decisión de la ONU de 1948 que exigía la constitución de dos Estados en ese territorio. Cosa que Israel ha impedido por la fuerza.
Como Irán es bastante más desarrollado que sus vecinos, con una economía menos dependiente del petróleo y goza de cierta estabilidad institucional, Israel lo ve como su peor enemigo en la región. Y, cómo no, Irán apoya a los enemigos de Israel con los medios a su disposición.
Lo que queda implícito es que USA no desea casarse con Israel en un matrimonio perpetuo, rodeado de enemigos constantes, crecientes y decididos a todo y en todas partes del mundo. Como se ve en los atentados en Occidente.
Algo similar ocurrió en la reunión con Santos. Trump leyó sin salirse ni una iota del guión acordado con el Departamento de Estado en los puntos claves. Sostiene a Colombia en sus acuerdos de paz interior, sin comprometer su política de austeridad en los gastos internacionales, para con terceros países aliados.
Vale decir no apuesta a la aventura guerrerista de la extrema derecha criolla. Si bien hizo algunos hipócritas reparos al aumento de la producción de la coca sin explicar el notorio crecimiento del consumo, no aspira a tener otro Israel suramericano. Y mantendrá de aliada pacifica a Colombia, a toda costa.